Noche fría, noche quijotesca en casa del rico. Años, tantos como para superar los de una década, lleva el Real Madrid mirando con la excentricidad propia del que se sabe superior. Con la mirada del que ve a un valiente que siempre lucha de forma corajuda contra gigantes. Gigantes o molinos de viento, el equipo madridista ha despertado del sueño al Atlético temporada tras temporada, cuando en los ágoras de nuestros días retumbaba el “este año sí”. Esos que blandían la espada de la ilusión rojiblanca pensaron tener estos días los mejores argumentos. Inmejorables, creyeron. Un equipo herido y un conjunto lanzado. Uno con dudas, otro con confianza. Uno a once puntos del líder y el otro, a tres. Mourinho vilipendiado por parte de su afición y Simeone endiosado por su gente.

El Real Madrid genera las más extremas sensaciones. Pasa de ser muy, a ser casi. Su lucha es constante por demostrar y, a veces, eso no basta. Hoy, en el Bernabéu, se presentó el peor de los rivales que el Atlético quería tener enfrente. Aquel que se siente atacado, que cierra líneas para sacar el partido adelante y que encontró en la noche de hoy el mejor día para dar un golpe en la mesa y demostrar quién es el campeón.

Usado hasta el extremo, Benzema se ha quedado con el estigma de ser gato, pero en su rostro se observa el mejor de los ejemplos para entender lo que aconteció en el derbi. El felino, herido por los ataques recibidos, remoloneó en la sabana de Valdebebas, perezoso a despertar aguardando su momento. Cuando abre un ojo, es temible y en el Bernabéu, lo hizo. Los madridistas encontraron en un ejemplar de rayas el mejor de sus manjares y disfrutó del banquete.

El mediocentro español, Xabi Alonso, fue el maestro de orquesta, el brazo ejecutor del equipo de Mourinho. El tolosarra fue señalando con su batuta para ir dando paso a los instrumentos, perfectamente alineados. El Madrid se sintió presionado en pos de realizar un gran encuentro y acabó extenuado ante una afición que olvidó rencillas para llevar a su equipo en volandas.

La presión atlética agobió al equipo blanco en los primeros compases, pero a base de empuje y pegada, el Real Madrid fue llevando al rival a las cuerdas. Con su planteamiento, Simeone intentó boicotear la sala de máquinas madridista, pero no logró su cometido y acabó despertando a la fiera que arremetió a zarpazos. El Real Madrid lanzó ataques con fiereza propia del depredador que lleva tiempo sin llevarse algo de comida a la boca. Nada más cercano a la realidad. Para el equipo blanco, la derrota en Sevilla y el empate en Manchester significan todo un mundo, que se adhiere a los traspiés ligueros que elevan el grado de hambre a un nivel insostenible. Hasta ahí había llegado.

Simeone alteró su forma de entender el fútbol en base al rival. La concatenación de mediocentros embotó a su equipo, cuando su intención era entorpecer las acciones del Real Madrid. El Atlético embotelló sus jugadas y no se sintió cómodo dentro de la tela de araña que Simeone había tejido para anular a Xabi y Ozil. Se perdieron en su sistema y fueron víctima de su propia trampa. Cazador, cazado.

El Atlético no fue ni la mitad de lo que se esperaba. En realidad, no fue. Se concentró en anular al rival sin ser consciente que para ganar debía mirar la puerta de Casillas. El primer acercamiento de peligro, por Falcao, fue un mero espejismo y 40 minutos tardaron los rojiblancos en realizar primer tiro a puerta real del equipo, obra de Mario. Para entonces, Cristiano ya había desnivelado el choque. El portugués, alterado por el ambiente del Bernabéu, hizo buena una falta lejana. La parábola se alejó de las expectativas de Courtois y el estadio entró en ebullición con el astro.

Los blancos se sintieron realmente cómodos tras el gol y redujeron las revoluciones del partido para no correr riesgos innecesarios. Desde esa tensa calma, los madridistas relanzaron contras peligrosas sin creer en la inoperancia atlética. Ni el descanso alteró el biorritmo rojiblanco que veía consumir los minutos mientras el Madrid le rondaba. Se dejó engatusar de tal manera que el equipo de Mourinho acabó por encontrar la puerta de Courtois con una jugada sensacional llevada por Benzema y Cristiano que culminó con calma Mesut Ozil.

Los minutos corrían a favor del Real Madrid que con mano de hierro controló el partido hasta que terminó por expirar. El Atlético se fue con la sensacional de no haber intentado nada, sin ocasiones claras y sin ser nunca una verdadera alternativa a la victoria en el Bernabéu. Con esta victoria, el Real Madrid recorta las distancias con el vecino y las reduce a 5 puntos.

Así lo vivimos.

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Sobre el autor
Adrián Orzáez
Editor. Redactor del Real Madrid. Licenciado en Economía y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Email de contacto: [email protected]