Hubo épocas en las que estos partidos, para el Real Madrid, se convertían en una pesadilla. Un campo entregado con el rival, césped artificial y un contrincante motivado hasta el extremo. En la noche de hoy los blancos acontecieron en Xàtiva con un nivel motivación similar al del rival y la calidad hizo el resto. Aunque tardó en aparecer, demasiado.

El once de Ancelotti mezclaba jóvenes con la experiencia que aportaba Ramos, Arbeloa y Casillas. Con seriedad defensiva le faltó chispa en ataque. Los blancos sacaron poco a poco del encuentro a los animosos locales que fueron perdiendo ritmo con la pausa de Ilarra e Isco.

Sin embargo, la gran colocación defensiva de los valencianos les mantuvo con vida en la eliminatoria y alejó a los visitantes de sus designios. La mística aventuraba un encuentro disputado, y siendo rigurosos, lo fue durante un tiempo.

El tiempo justo que medió entre el inicio del encuentro y el momento en el que Isco decidió empezar a enlazar jugadas. Muy liberado en el frente de ataque, al andaluz se le vio con ganas y con duende. Caracoleó y se ofreció, pero la falta de movimiento en los jugadores de ataque terminaba por amontonar a la defensa sobre los delanteros madridistas.

Marcelo mejoró al Madrid

Combativos en defensa y sin ánimo de intentarlo en ataque, el equipo local se mostró serio y con las ideas claras. Sin querer perder de vista la portería de Casillas, antepusieron el orden táctico para no agrandar la evidente brecha entre ambos conjuntos. Con espacios, los atacantes madridistas son voraces y el respeto a este hecho pesaba más que el entusiasmo por llevarse la victoria.

En este escenario, lo mejor que tuvo el equipo de Ancelotti fue su actitud. Sabiéndose muy superior a su rival, no dejó que las ganas de los locales nivelaran las fuerzas y los menos habituales que intentaban aprovechar la oportunidad del técnico italiano para lucir en la costa mediterránea. Entre los no habituales destacó negativamente Di María, fuera de lugar, sin ganas y sin ser resolutivo. Algo que se espera de un jugador de su calado.

Los minutos pasaron mientras Ilarra, Casemiro e Isco se ofrecían sin descanso. Buena oportunidad para dejarse ver la de los tres jóvenes futbolistas que quisieron dejar su impronta de cara a partidos de mayor enjundia. La falta de chispa deslució un primer tiempo en el que el mediocentro brasileño realizó el único acercamiento con peligro.

La experiencia que da haber jugado multitud de eliminatorias de similares características, llevó a Ancelotti a aguardar expectante, sin volverse loco. En la segunda parte el equipo mejoró de la mano de Marcelo. El lateral entró con la reanudación y se hizo dueño de la banda izquierda, dotándole de una profundidad y una mordiente que careció durante el primer acto de la mano de Arbeloa.

Sin Isco, no hay fútbol

Con Benzema, que sustituyó minutos más tarde a Di María, el equipo que hoy vestía de azul, alcanzó su mejor nivel de la noche gracias a las combinaciones. El punta francés se alió con sus compañeros y con un Marcelo inspirado, Isco se desmelenó. Bajo sus influjos, los de Ancelotti rondaron la portería de Francis.

Según crecía Isco, el Xàtiva se iba desmoronando como un castillo de naipes, a pesar de ello Ancelotti decidió retirarle del campo – en detrimento de Modric – cuando mejor estaba. El merecido descanso al malagueño trajo la calma al encuentro y el empate a 0 se acercó irremediablemente.

Los madridistas no supieron descifrar la muralla defensiva de los locales y terminó por bloquearse sin la batuta de Isco. El Xàtiva estaba ante en el partido de su vida, el que siempre soñaron. Tras recibir en su humilde estadio a todo un Real Madrid y les queda el premio de disputar un encuentro en el estadio Santiago Bernabéu con la posibilidad de meterse en los octavos de la Copa del Rey.

Así lo vivimos.

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Sobre el autor
Adrián Orzáez
Editor. Redactor del Real Madrid. Licenciado en Economía y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Email de contacto: [email protected]