Constituye una práctica habitual en periodismo que los encabezamientos de noticias y titulares de algunos artículos de opinión no se ajustan exactamente al contenido que presentan los textos informativos. En ese momento el lector focaliza su queja en que esperaba encontrarse en el desarrollo del citado contenido el foco informativo o de opinión que sugería su enunciado, pero existen ocasiones en las que merece la pena hacer una excepción y resulta atractivo jugar con la mente y la imaginación del receptor del mensaje.

Partiendo de esta premisa el presente texto debería adentrarse en el tan apasionante y atrayente, como complicado mundo del misterio. De ser así posiblemente estas líneas deberían ser fruto del estudio de campo de comunicadores como Iker Jiménez y los especialistas en la materia.  De tal modo que el Dr.Raymond Moody, el Dr.Miguel Ángel Gaona, el cardiólogo Pin van Lommel o la doctora Elisabeth Kübler-Ross, tendrían un peso científico de capital importancia en el caso de que el mismo estuviera dirigido a la vida después de la vida, a esa delgada línea tras la que el ser humano solo ha podido teorizar. Un camino en el que se ha topado con el misterio de las ECM (experiencias cercanas a la muerte). En cambio a diferencia de lo que se podría haber deducido del título, Isco Alarcón, el fantástico jugador malagueño, ni ha vivido ninguna experiencia al respecto (ni deseamos que la viva), ni nada tiene que ver con la vida después de la vida, aunque su juego sí consiga hacer adentrar al aficionado en el mundo del misterio.

Y es que lo de Isco pertenece a ese fútbol de otro mundo que Ángel Cappa tanto repite que ha sido arrebatado a la gente. No es de extrañar que en el vestuario del Real Madrid (copado de estrellas y en el que se ha contemplado a jugadores de primer nivel hacer todo tipo de genialidades) se le haya apodado con el sobrenombre de ‘Magias’. Afortunadamente Isco es de esos futbolistas que devuelven el fútbol a la gente, ese cuyo poder en realidad está en las grandes multinacionales, del dinero quien controla todo. Tiene razón Cappa en ello y el Madrid, Florentino, ya se ha asegurado con un escudo ‘antijeque’ en forma de cheque de 700 millones para evitar que los aficionados madridistas pierdan la posibilidad de acudir al Bernabéu con la certeza, ilusión y alegría de que el de Arroyo de la Miel les dejará un detallazo de tal calibre como para que merezca la pena pagar una entrada. Es curioso esto del fútbol, a Isco le costó y mucho triunfar en el Madrid; es más, se tuvieron que dar numerosas circunstancias para que su grandiosa calidad saliera a relucir con regularidad. De hecho, toda la prensa y numerosos entrenadores, a vueltas con la BBC, tardaron en reparar en su presencia y solo a fuerza de ausencias su magia comenzó a brillar.

Es cierto que al chico le faltó continuidad, regularidad, pero afortunadamente para el Real Madrid y el fútbol español, hubo un entrenador (que jamás ha dejado de ser futbolista) como Zidane, que nunca tuvo la más mínima duda respecto al inmenso talento que atesoraba. Todo crack, todo mago, tiene su alter ego, Zidane tuvo a Enzo Francescoli y tras el francés bajo mi punto de vista lo más parecido a él que se pudo ver fue a Andrés Iniesta, pero transcurrido el tiempo y aun disfrutando con el manchego, se podría asegurar que Isco solo tiene que mirar hacia el banquillo para encontrar a su alter ego y sentirse con ese punto de confianza en su magia que le hizo redescubrir Zinedine Zidane.

Hoy, rodeado por una idea y mucho fútbol, Isco es de esos jugadores que ganan dos veces porque juegan bien, porque consigue que lo más arriesgado y estético se convierta en algo aparentemente sencillo. Porque sencillamente es un mago, porque su fútbol atraviesa las rendijas de puertas y ventanas del Museo Americano de la Magia y hace las delicias de los entusiastas del ilusionismo, pues por sus jugadas y pasillos de seguridad circula la leyenda de Houdini, Thurston y Blackstone, personajes situados en la línea de lo imposible y en la frontera de lo imaginario. Es su sombra juguetona, que aparece y desaparece de forma espontánea entre una bruma de jugadores, que hace desaparecer sutilmente el balón bajo las piernas de Verratti. En la parte emocional la magia de su juego escapa a nuestro entendimiento, su estilo de juego desparrama alegría y genialidad, entronca de forma directa con la estirpe de los grandes magos. En la parte práctica y táctica no cabe duda de su crecimiento como jugador, pero ha sido fundamental en su paso adelante, la creación del ecosistema necesario de juego para que el futbolista pudiera brillar. Razón: pregunten a Zidane

Isco es mucho, hay que agradecerle que devuelva el fútbol a la gente, es una gran noticia para el juego. Posiblemente un misterio, pero nada relativo a la vida después de la vida, sobre él deberían teorizar el Dr.Zidane, el Dr.Ronaldinho, el Dr.Iniesta… Y es que este periodismo deportivo tan aficionado a los acrónimos no ha reparado en que Isco es un acrónimo en sí mismo, pues contemplar al malagueño constituye toda una ECM (experiencia cercana a la magia).