El día que todos los aficionados al fútbol canario estaban esperando llegó. El derbi era el que más expectativas generaba en la última década, ya que ambos equipos luchan por ascender a la Liga BBVA y están en la zona alta de la tabla, separados tan sólo por tres puntos antes de iniciarse el choque.

El derbi canario comenzó mucho antes del pitido inicial. Dos horas antes de iniciarse el partido, los aficionados blanquiazules desplazados a Gran Canaria ya se hacían notar con cánticos de ánimo a los suyos. Por su parte, la afición grancanaria apoyaba en masa y daba un caluroso recibimiento a la expedición amarilla en su llegada al Estadio de Gran Canaria. No quedó ahí el protagonismo de los aficionados, que en la salida de ambos conjuntos al terreno de juego tiñeron de amarillo y azul las gradas con un espectacular mosaico. Además, el recinto amarillo registró su mejor entrada desde que milita en Segunda División, con 31.123 espectadores.

Tana fue titular por delante de Masoud

Espoleados por el aliento de los suyos, comenzaba mejor el equipo de Sergio Lobera, que salió con mucha intensidad y tratando de dominar mediante rápidas combinaciones. El técnico amarillo sorprendía de inicio, dejando en el banquillo a Masoud en favor del canterano Tana, además de relegar nuevamente a Vicente Gómez al banquillo pese a su doblete en La Romareda.

Pero el intenso inicio amarillo no se traducía en llegadas al área de Roberto, por lo que el Tenerife comenzó a sentirse cómodo en el terreno de juego. Tanto, que al cuarto de hora ya el partido se jugaba como quería Álvaro Cervera. El preparador blanquiazul también presentó significativas novedades en su once inicial, como la inclusión del joven Nano para sustituir al sancionado Ayoze Pérez, así como la presencia de Alberto en la medular, en detrimento de Rivero.

Con el transcurso de los minutos comenzó a dominar el partido el Tenerife. La premisa de Cervera era clara: no dejar respirar a Valerón. Y así lo hicieron los suyos, que desconectaron al de Arguineguín y, con él, a Las Palmas. Con la primera premisa cumplida, el Tenerife trató de hacer lo que mejor sabe, salir al contraataque especialmente por medio de Suso, que fue muy superior a Castillo. Aunque el mayor peligro tinerfeño llegó a balón parado. De esta forma, llegó la mejor ocasión visitante, cuando un cabezazo de Bruno se fue rozando el palo de Barbosa a los 41 minutos. Respondió Javi Castellano con otro remate de cabeza al lateral de la red en la última jugada de la primera mitad, pero sin acierto.

Lobera movió el banquillo

Para tratar de recuperar el dominio y la verticalidad, Sergio Lobera movió fichas en el descanso. Se quedaron en vestuarios Tana y Apoño, muy desacertados en su participación, y entraron Vicente Gómez y Masoud. Y los cambios le funcionaron al técnico amarillo, ya que el equipo local salió con mayor intensidad y acabó con el dominio tinerfeño, rondando con mayor asiduidad el área de Roberto.

Vicente Gómez ya avisaba de que seguía con la puntería afinada a los 53 minutos, cuando en un balón colgado desde la banda obligó a Roberto a tocar lo justo para evitar el cabezazo a gol del centrocampista. No obstante, la respuesta del Tenerife fue contundente. Diez minutos después y con Aythami Artiles en el campo por lesión de Xabi Castillo, Edgar, que también estaba recién salido al terreno de juego por Nano, superó fácilmente en velocidad al propio Aythami y se plantó solo ante Barbosa. La jugada era similar a la que supuso el penalti y expulsión de la ida, aunque esta vez ganó el argentino, que aguantó y tapó bien la clara ocasión tinerfeña.

El partido empezó a ser un quiero y no puedo para los amarillos, que veían pasar el tiempo sin poder llegar arriba con peligro, viendo así, además, esfumarse sus opciones de ascenso directo, que pasan por ganar todos los partidos que le quedan y esperar tropiezos del Eibar. El Tenerife, por su parte, comenzaba a dar por bueno el punto y a prestar más atención a la retaguardia que al ataque.

Vicente volvió a aparecer

Entonces, cuando parecía que todo se iba a quedar en un reparto de puntos en el derbi canario, apareció Vicente Gómez cuando pasaba un minuto del tiempo reglamentario –se añadieron cuatro-. En una falta botada desde la banda por Momo, el centrocampista grancanario se elevó más que sus defensores y envió su cabezazo ajustado al poste de Roberto, que nada pudo hacer por evitar que el balón se colara en su arco.

Con el gol, llegó el éxtasis y la fiesta a las gradas. Intentó el Tenerife con una falta igualar el choque, pero no lo consiguió y nuevamente Vicente daba tres puntos a Las Palmas, como ya ocurriera la semana pasada con su doblete en Zaragoza. Tras el pitido final, Las Palmas celebró la victoria en el césped, aunque tuvo que volver a salir al campo una vez retirados a vestuarios, ya que un sector de aficionados seguía reclamando su presencia para festejar la victoria, fundiéndose jugadores y aficionados en un mismo cántico.

Con esta victoria, Las Palmas se sitúa tercero en solitario, a sólo tres puntos del Eibar, que visita la semana que viene Riazor, campo del líder y probable equipo de Primera División la próxima temporada. Por su parte, el Tenerife vuelve a perder por la mínima por tercera jornada consecutiva y puede salir de los puestos de promoción, dependiendo de lo que hagan Recreativo de Huelva y Córdoba, a los que saca un punto.