Las Palmas estuvo desconocida en el Heliodoro empezando por sus colores. El marketing ahora habitual en muchos equipos hizo que en el club decidieran jugar el derbi de color celeste, en homenaje al Marino, uno de los fundadores del club grancanario. Caprichos del destino, el cambio de color en la equipación coincidió con un cambio de color, de brillantez y de sensaciones en el equipo de Paco Herrera.

El color no fue lo único extraño en Las Palmas. En los primeros 15 minutos el líder de la competición fue fiel a sí mismo y consiguió lo más difícil, abrir el marcador y hacerle un gol al Tenerife. Sin embargo, ahí cambió todo. En las anteriores jornadas ponerse por delante en el marcador era sinónimo de buen resultado y jugar como más cómodo se encuentra el equipo. No obstante, esta vez cambió todo. El propio Paco Herrera reconocía en rueda de prensa que tras el gol su equipo dio un paso atrás. Otro síntoma extraño en Las Palmas, que sabe gestionar muy bien sus ventajas. El Tenerife comenzó a superar en intensidad y presión a los hoy celestes y el 1-1 al descanso parecía incluso un buen resultado para los grancanarios

Ni los cambios funcionaron

En la segunda mitad continuó y se acentuó aún más lo desconocido que estuvo Las Palmas en el derbi. Acostumbrado a hacer goles tras el descanso, esta vez fue justo al revés. Salió más intenso el Tenerife y pronto volteó el marcador. Herrera movió el banquillo para dar con revulsivos, pero Las Palmas lejos de acabar embotellando al rival como acostumbraba, apenas se acercó a inquietar a Roberto, quien apenas tuvo que intervenir.

Finalmente, el Tenerife se hizo con la victoria vistiéndose con las mejores prendas de Las Palmas esta temporada. Entrega, intensidad, empuje y fe. Esas prendas que en este derbi, como su color habitual, estuvieron ausentes en el césped en el derbi. Un amarillo que no estuvo del todo ausente, ya que en las gradas hasta 1.500 aficionados daban colorido en representación de Gran Canaria.