Gran Canaria aguardaba una tarde -soleada- de fútbol que podía suponer la confirmación de lo que más ansiaba la afición: la permanencia en Primera División un año más para la Unión Deportiva. 15 días después de la última cita en casa, saldada con victoria local. Tres victorias consecutivas en su feudo. Enfrente, el Alavés, que tras una campaña ejemplar y una vez lograda la salvación, piensa en una final de Copa que será histórica. La gane o no.

El balón echó a andar y pronto vibraron las gradas amarillas con la primeras ocasiones de Las Palmas, que había salido enchufado y a por el partido. Dos disparos de Jesé Rodríguez, el último tras un caño en el área, se marcharon desviados pero sirvieron para avisar a los visitantes. El entorno y el equipo ya habían conectado, distando pues un abismo de la baja intensidad que exhiben los canarios a domicilio. Como la luna y el sol. 

Se cumplió el primer cuarto de hora de partido y lo hizo con un contratiempo para el cuadro vasco. Víctor Laguardia tuvo que abandonar el encuentro por lesión; en su lugar entró Rodrigo Ely para sellar la zaga y reducir las embestidas de la línea ofensiva rival. Y eso porque Jesé estaba explosivo en ataque, Boateng combinativo y Halilovic con ganas de fiesta. 

Las cartas del Alavés y la magia de Boateng

El conjunto de Pellegrino salió al verde sabiendo qué tenía que hacer. Lo demostró sobre todo cuando el reloj rozaba la media hora de juego: replegarse atrás, tapar líneas interiores donde Las Palmas pudiera crear peligro y desplegarse al contragolpe. Mientras, la escuadra insular se hacía dueña del esférico, aunque le faltaba darle movilidad al ataque. La ausencia de Jonathan Viera restaba frescura a los suyos en tres cuartos de campo. 

Los albiazules no renunciaban a nada y tenían el partido donde querían. Pellegrino no pretende la posesión del balón para dominar el partido, pero sí mantener las piezas bien colocadas. Eso sí, no contaba con el genio de la lámpara. Boateng recibió un pase en largo de Tana, pinchó el cuero, miró a Pacheco y lo batió con una vaselina ante la que el guardameta solo pudo rozarla. Y pese a un susto final del Alavés, el partido se marchó al descanso con ventaja local. 

Ibai equilibra la balanza

Dio inicio la segunda mitad con el Alavés ejerciendo una presión elevada en la salida de balón de Las Palmas. No obstante, los amarillos quisieron enlazar pases en la frontal para romper el entramado defensivo foráneo. La robustez albiazul impedía que los locales crearan el peligro deseado. Pero por la inercia del resultado eran los visitantes quienes debían tener prisa. Y así lo hicieron visible al cumplirse los primeros diez minutos de la segunda parte.

Un pase filtrado a la espalda de la defensa amarillo creó la discordia. El juez de línea señaló fuera de juego, pero el Alavés reclamó lo contrario al haber tocado el esférico en David García antes de llegar a Deyverson. Pero no tardó en llegar el premio para el que ya lo había estado intentado. Un disparo de Ibai Gómez sirvió para colocar el empate en el marcador. Raúl Lizoaín no se tiró siquiera al cruzarse Deyverson por delante y haber pedido fuera de juego.

La temperatura subía en el Estadio de Gran Canaria. Choques, cruces y jugadas controvertidas hicieron que el partido fuera tomando esos tintes que no hacen más que ensuciar el fútbol, pero que son en ocasiones producto del deporte competitivo al más alto nivel. Hasta que la tensión se fue rebajando y comenzó el baile de cambios en las filas grancanarias. Quique Setién quiso dar consistencia al centro del campo con Hernán Santana, que ingresó en detrimento de Tana.

Después de la tempestad...

El segundo cambio en Las Palmas se corresponde con aquella vieja promesa de Setién: dar oportunidades a los futbolistas del filial en un tramo de la temporada en tierra de nadie. Entró Benito en lugar de Halilovic; poco después lo hizo Marko Livaja por Boateng, quien había hecho un gran desgaste ofensivo durante todo el partido. Y poco tardó el croata en marcharse del campo. Una dura entrada hizo que Munuera Montero le sacara la tarjeta roja directa. 

Con ello, el Alavés se vería abocado a someter a la Unión Deportiva durante los últimos instantes, si bien ya se había estado volcando sobre la portería de Lizoaín. Creaba peligro también a balón parado, dada la altura de los jugadores de que dispone Pellegrino. Aun así, el resultado se quedó tal cual. Reparto de puntos que sirve a Las Palmas para sellar la permanencia. 39 unidades para los amarillos, a 16 del Sporting con 15 puntos por jugarse. Objetivo cumplido y poco más.