Mucho se ha comentado sobre el potencial de los Titans y las incógnitas de los Seahawks en las horas previas al encuentro. Todos los analistas coincidían en que este sería un partido duro, disputado en las trincheras y probablemente de baja anotación. Y no se equivocaron, al menos no en lo que fue el partido durante la primera mitad. La segunda fue una historia completamente diferente.

El partido dio que hablar desde el minuto uno. Tras las polémicas declaraciones del presidente Donald Trump, los integrantes de ambos conjuntos decidieron permanecer en vestuarios durante la interpretación del himno estadounidense. Una vez superada la parafernalia previa, los dos equipos comenzaron a intercambiar tímidos intentos de perforar la defensa rival, pero al término del primer asalto la igualdad era palpable; si bien ninguno intentó abrir demasiado el juego.

Durante el segundo cuarto Tennessee consiguió mantener una inercia más positiva con el balón. El juego de carrera comenzó a funcionar y Mariota se atrevió a buscar alguna que otra vez a Eric Decker, emparejado con Richard Sherman. Fue precisamente Sherman quien calentó el encuentro tras verse envuelto en dos situaciones polémicas. La primera fue tras incurrir en interferencia de pase en una jugada que acabó en intercepción de Chancellor. La intercepción fue anulada, por supuesto, debido a la falta. Los árbitros consideraron excesiva la vehemencia con la que Sherman cuestionó el pañuelo, por lo que al yardaje de la penalización previa se le añadieron quince yardas por conducta antideportiva. No mejoró la cosa cuando con su equipo perdiendo seis a cero en el marcador, un par de field goals de Succopp mediante, Sherman golpeó de forma tardía fuera del terreno de juego a Marcus Mariota, provocando que todos los jugadores del banquillo de Tennesse se le echaran encima.

Seattle sufría para mover el balón, con Baldwin como pilar principal del ataque aéreo visitante. Fue el propio Baldwin el que agarró un balón de Wilson en la end zone para adelantar a Seattle al borde del final de la primera mitad. Con algo más de un minuto en el campo, Mariota llevó a su ataque a zona de field goal, desde donde Succopp clavó su tercero de la tarde para mandar el partido, duro y disputado como se anticipó, al descanso.

Los Seahawks salieron de la caseta con la misma inspiración ofensiva con la que entraron. Un sólido drive de casi cinco minutos y nueve jugadas se tradujo en un pase de touchdown de Wilson a Carson que colocaba a los Seahawks cinco puntos arriba. Lo que los visitantes desconocían es que acababan de encender la mecha de un cohete que no iban a ser capaces de manejar.

Tras la anotación de Seattle, los Titans se pusieron manos a la obra. Estando todavía en su propio campo, una jugada de screen para el receptor Matthews acabó convirtiéndose en un clinic sobre cómo bloquear en campo abierto y cómo esquivar defensores rivales, dando con la end zone para una anotación de cincuenta y cinco yardas, de esas que no se ven mucho contra los Seahawks. Sin embargo no se iban a quedar ahí. Poco después recuperaron el balón y, en la zona noble del terreno enemigo, un play action de Mariota dejó al tight end Jonnu Smith en perfecta disposición para recibir el balón y cruzar la línea de gol desde 24 yardas para abrir una brecha importante en el marcador.

Es muy extraño ver a la defensa de Seattle fallar a la hora de reconocer jugadas o tragarse alguna cobertura, pero Tennessee volvió loca a la defensa con un juego excelente de su línea ofensiva y la potencia del juego de carrera de DeMarco Murray y Derrick Henry, que durante el tercer cuarto impusieron su ley en el césped. Tanto que aún en el tercer cuarto lo que empezó como una simple carrera exterior por la izquierda desde su propia yarda veinticinco se convirtió en una obra maestra de juego terrestre, con un Taylor Lewan inspiradísimo en los bloqueos iniciales y un excelente Jalston Fowler apartando rivales por todo el campo, que se tradujo en un touchdown de carrera de DeMarco Murray de setenta y cinco yardas.

Con los Titans arriba en el marcador 30-14 al término del tercer cuarto, Seattle entró en modo emergencia. Anotar rápido era prioritario, pero resultaría más difícil que de costumbre con Doug Baldwin fuera del campo por lesión. Mediado el último cuarto Wilson encontro a Luke Willson en la end zone para acortar distancias, pero tras fallar la conversión de dos puntos y encajar otro field goal de Succopp el partido parecía escapárseles definitivamente. Una última intentona dio con Wilson encontrando a Richardson en una slant para acortar las diferencias, dejando que el partido se decidiese en un posterior onside kick. Delanie Walker se hizo con el ovoide para Tennessee y los locales agotaron los segundos que quedaban en el reloj, certificando de ese modo una victoria importantísima que les otorga el subidón de moral necesario para dar el paso y convertirse en la amenaza para la AFC que su potencial prometía.

Los Seahawks (1-2) se marchan de Nashville heridos, pero con alguna que otra nota positiva. Russell Wilson está a un nivel impresionante incluso a pesar de lo irregular que es su línea ofensiva, y un enfrentamiento en su estadio contra los Colts en el Sunday Night Football de la semana que viene parece la oportunidad perfecta para desquitarse, colocar el 2-2 en su balance particular de victorias y derrotas y comenzar a trabajar la identidad de su conjunto en octubre, cuando la temporada va cogiendo tintes más serios.

Los Titans (2-1) tendrán que viajar a Houston para enfrentarse a los Texans, sus rivales de división. Con lo incierta que parece la AFC Sur en estos instantes, llevarse la victoria la semana que viene los colocaría en una posición envidiable y cerraría un mes de septiembre más que satisfactorio para la franquicia de Tennessee.

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