Cuenta la historia rica de la NBA que un equipo, en ronda de playoff, que se haya impuesto en tres juegos sobre ninguno del rival en cualquier instancia de los mismos, siempre, en el 100% de las veces, ese equipo se lleva la clasificación hacia la próxima ronda. Eso fue justamente lo que fueron a buscar los San Antonio Spurs a Memphis, ante los, hasta ese entonces, débiles y sumamente superados Grizzlies.

Lo que pasó es que nuevamente se dio la lógica y lo que las estadísticas mandan en la mejor liga del planeta. Es cierto que aún la llave no está cerrada pero, a la vista de los tres juegos ya disputados, todo tiene una desembocadura previsible: pasarán los dirigidos por Popovich.

Y más aún si se tiene en cuenta el nivel superlativo que viene demostrando Leonard. Un jugador cuya madurez está en el punto cúspide de su carrera; tomando decisiones acertadas en gran parte del partido, sabiendo cuándo mantener la calma y cuándo aumentar una marcha. Tiene un radar en su cabeza que lo hace, sumando a su inteligencia neta y sus manos de nacimiento, ser el mejor defensor del mundo. Y, como si fuera poco, es, partido a partido salvo excepciones, el goleador de su equipo (32 en el FedEx Forum) y MVP de cada encuentro.

 La realidad es que, a pesar del gran juego de Memphis anoche (el mejor en toda la serie), de hasta ir al frente por uno u dos puntos naturalmente en el tercer y último cuarto, los de Texas terminaron imponiendo la superioridad de jugadores, rotación y juego a lo largo de los 48 minutos. Fue victoria para San Antonio 96 a 87 que intentará cerrar la llave mañana, nuevamente en casa de los Grizzlies.

Emanuel Ginóbili, de gran aporte cuando el partido se le iba de las manos a los Spurs, supo entrar y mantener la calma de los suyos, sumó 11 puntos, 5 asistencias y 3 rebotes en casi 28 minutos en cancha.