Los Juegos Olímpicos han llegado a sus instancias finales, y con ello, el básquet. Tras la sorpresa de la buena actuación que presentó a lo largo de los partidos Australia, en semifinales debió medirse ante la potencial Serbia, que jugó un excelente partido.

La primera mitad fue un esquema de juego inteligente. Serbia protagonizó la ofensiva, mientras Australia intentaba seguir un ritmo propio, pero pocas eran las alternativas que su entrenador encontró para ello, ya que el planteo de los europeos fue cerrado y sin lugar a grandes daños. Fue tan exacta la defensa de Serbia, que Australia logró anotar tan solo 14 unidades, con un bajo porcentaje de cancha (21%, 6/29), y con once pérdidas.

Esta clase de partidos son los que no permiten errores. Aquellos en donde bajar un cambio significa perder la posesión, y por ende el liderazgo. Eso lo entendió muy bien Serbia, que salió al parqué decidido a seguir en el camino hacia el dorado. Pero el primer cuarto fue el fiel reflejo de que Australia fue en busca de hacerse lugar en las páginas olímpicas, y ello de la mano de Dellavedova, Ingles, Bogut y Baynes. Pero a pesar de haberse plantado con carácter, Kalinic supo lastimar, y a su vez evitar que lo haga Mills. Teodosic hacía y deshacía en la cancha, dejando a relucir el flojo desempeño no antes visto por los australianos, que cerraron la primera mitad con 21 de diferencia (35-14).  

La segunda parte de esta semifinal no varió en absoluto. Lo cierto es que Serbia era un cazador y Australia ya estaba con herida de bala. Los europeos llevaron a cabo los dos cuartos restantes de manera tranquila, y eligiendo a Teodosic (22 puntos) como principal referente. Fueron 28 los puntos que dilataban el marcador entre una selección y otra. Poco podía hacer Australia en el cuarto que restaba… sólo evitar más daño del sufrido.