El elenco marplatense se llevó anoche  una gran inyección anímica para encarar sus tres últimos cotejos (San Lorenzo, Gimnasia y Peñarol), con ganas suficientes  para cerrar la primera fase con igualdad de resultados.

Cuando enfrente está Argentino de Junín se puede esperar que el desenlace sea atractivo. Ayer, no fue la excepción. Luchó, batalló, y se adjudicó una gran ventaja rumbo al entretiempo (16 puntos), que al final de cuentas no pudo convertirse en una sonrisa.

El cambio radical que desenfundó Quilmes en cinco minutos del tercer periodo, dejó boquiabierto a Eduardo Japez. De un abrir y cerrar de ojos la ventaja se había esfumado, y su equipo debía volver a comenzar.

El conjunto de Javier Bianchelli pasó de una mala efectividad en tiros de campo a una buena faceta defensiva, que elevó la moral del equipo. El foráneo Tracy Robinson fue esencial en su propio terreno, y a su vez, un buen acompañante en ofensiva. El base Luca Vildoza (22) fue la gran figura con muchos puntos en momentos claves. Triples y libres para emparejar, dobles para suspirar.  No hay que dejar de nombrar al ex Obras, Iván Basualdo y al ex Instituto, Enzo Ruiz. Ambos con dieciocho puntos llegando a los cuarenta minutos de juego.

La imagen de la visita se puede asimilar con la actuación de Mateo Bolívar, amo y señor del juego colectivo. El perimetral se entendió muy bien con Chaz Crawford, asistió a sus compañeros, y quemó las redes en momentos picantes. Sus números fueron 19 tantos y ocho asistencias, con un 62% en triples.

Ninguno quería dejar escapar los dos puntos, pero el local luego de dos prórrogas, sentenció el resultado usando a su favor los errores de su rival.