Ambos llegaban con victoria como local ante Gimnasia Indalo, pero algo tocados para este duelo. El más afectado era Quilmes que no podía contar ni con Enzo Ruiz, ni Diego Cavaco. En Peñarol volvía Leonardo Gutiérrez, aunque un poco apresurado por la importancia del partido.

El juego arrancó muy impreciso con muchos tramos de nerviosismo y poco básquet. La visita se encontró rápidamente con un triple de Alejandro Diez, y con el correr de los minutos aprovecho las primeras desatenciones para tomar un aire de ocho puntos. Tras un tiempo muerto de Javier Bianchelli, Quilmes recupero su solidez defensiva y logró recortar la brecha.

Uno de los fuertes del cervecero fue su actuación colectiva. Cada cuarto tuvo su protagonista, que mantuvo al equipo muy enfocado en el trabajo que debían sostener. Todo inició en manos de Luca Vildoza (17), quien ayudó con nueve tantos para irse triunfales los primeros diez (13-12).

En el segundo, Tracy Robinson(14) hizo de las suyas con tres triples y un doble con foul. El foráneo proveniente de Biguá, se convirtió en una ficha sumamente importante. Desde su llegada, le dio estabilidad a un conjunto que venía muy desbalanceado.

Hasta ese momento, los dirigidos por Marcelo Richotti se encontraban en partido. La ventaja era de cinco, pero su juego no mermaba. Además, como si fuera poco, Ariel Eslava en su juego número 500 en liga nacional, se despojó de los dos pilares milrayitas (Acuña- Torres) debajo del tablero. Sumó trece unidades, su mejor registro con la camiseta de Quilmes.

Si algo le faltaba al local para confirmar su gran trabajo, era una escapada en el tanteador. Una primera mitad de último cuarto casi perfecta, le posibilitó definitivamente afianzar las riendas del juego con una diferencia que llegó a los diecinueve tantos. Con un poco de orgullo el elenco peñarolense se acercó a siete, pero un desacatado Bruno Sansimoni con ocho de sus diez en ese periodo, le bajo el telón a un nuevo clásico marplatense.