Empezó con casi 10 años de pura casualidad, en el club Teléfonos de Buenos Aires. Luego realizó las inferiores en Vélez Sarsfield, lo que le permitió mostrarse para llegar a la selección. Jugó desde las inferiores con la camiseta argentina y su primera convocatoria para la mayor fue a fines del 2013, aún perteneciendo a la categoría U19.

Destacada como jugadora en sus equipos y en el seleccionado, Sofía Aispurúa viene de una familia completamente deportiva, su papá jugador de profesional de básquet, su hermana mayor hoy es parte del seleccionado femenino de vóley, Las Panteras.

Actualmente se encuentra inactiva por una secuencia de lesiones que la aleja de las canchas hace ya un año. Primero una ruptura de ligamentos en su rodilla izquierda durante la AmeriCup 2017 y luego la misma lesión en su rodilla derecha en su primer partido de la temporada 2018. Perteneciente al club Obras, se encuentra en plena rehabilitación y se estima que para comienzos el verano, pueda volver a las canchas.  

 



- ¿Cómo llegaste al básquet?

- Por mi papá. Yo hice vóley de chiquita, empecé con mi hermana, ella dejó por que no le gustó el grupo y yo seguí, es más a mi me federaron antes que ella. Pero después yo también me cansé y dejé. En esa época mi papá estaba jugando en Teléfonos de Buenos Aires, fuimos un día con mi Nati y el entrenador de femenino estaba ahí, nos vio altas y siendo las hijas de, nos invitó a jugar. Al siguiente entrenamiento fuimos, a mí me gustó porque era pre-mini, no hacíamos nada, era jugar. En cambio, mi hermana la sacaron a correr por todo Olivos, así que dijo que no.

- ¿Por qué el cambio a Vélez?

- Mi papá dejó de ir a Teléfonos y mi mamá me tenía que llevar de Marcos Paz hasta Olivos, eso me quedaba a tres horas y media. Yo iba al colegio a la tarde todavía, mientras que los entrenamientos eran a las 18. La realidad es que yo no entrenaba e iba a jugar directo. Pero si entrenaba en la escuelita de básquet que había puesto mi papá con un amigo, ahí en Marcos Paz, con los varones.

- ¿Cómo es jugar con varones?

- A mí nunca me gustó mucho, si sabía que era lo ideal, por el nivel, no me gustaba mucho el roce. Pero bueno eran todos amigos del colegio o de toda la vida, entonces era más para divertirme que otra cosa. Yo lo empecé jugar por diversión, nunca me imaginé tomármelo tan enserio.

- ¿Cuándo te diste cuenta de que querías tomarte en serio el básquet?

Creo lo supe desde mi primer año con la selección, que me gustó la experiencia. Quizá me costó entender que para tomármelo en serio tenía que dejar otras cosas de lado. Los cumpleaños de 15, no poder salir a bailar; encima al vivir lejos se me complicaba más. Al principio quise hacer todo, pero la verdad es que no rendía.

- ¿Cómo es el apoyo del seleccionado ante tu segunda lesión?

Yo apenas me vuelve a pasar a las primeras que les aviso es a ellas, porque en todo lo que fue la rehabilitación pasada estaban pendientes y deseaban igual que yo que volviera. Y están siempre pendientes, nos escribimos, me ayudan; como yo dije una vez en una nota, muy pocas veces vi que un equipo se ponga mal por el otro.

- Cuándo te recuperes ¿volvés a jugar con Obras?

- Yo lo primero que quiero es jugar, no me interesa donde. En la selección sé que sí, pero club no estoy pensando en donde quiero; porque ya me pasó la vez pasada que pensé jugar en Obras, La Liga y el futuro, planeé mucho y esa ansiedad por momentos me jugó en contra. Entonces ahora hasta febrero que tenga el alta no voy a pensar tanto.

- ¿Te gustaría jugar afuera?

- No sé si es de cabeza dura o que, pero cuando vuelvo yo se que quiero hacer lo que me perdí. Capaz que después lo hago y después digo “no, bueno no es esto”, pero yo estoy convencida de que cuando vuelva -paso a paso- quiero jugar afuera, vivir la experiencia, crecer. Y porque si yo quiero vivir de esto, acá ahora no se puede.