En los primeros minutos del partido, John Wall (habilidoso playmaker si los hay en la mejor liga del mundo) estuvo intratable. Sus penetraciones hacia el canasto fueron o, mejor dicho, significaron un dolor de cabeza para Dallas Mavericks

En el segundo tiempo, los dirigidos por Rick Carlise afinaron la puntería de la mano de Deron Williams (exbase de Brooklyn Nets y que salió de la universidad de Illinois). Él fue practicamente quien manejó, como nadie, los hilos del partido conjuntamente con Harrison Barnes. El explayer de Golden State Warriors anotó 26 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias.

En lo que respecta a Washington Wizards, Wall (prácticamente una apología a las canciones de Pink Floyd) convirtió 27 puntos. Lo siguió Bradley Beal con 25 unidades.

En lineas generales, la clave que le permitió a los pupilos de Rick Carlise quedarse con el partido fue la eficacia en tiros de puntos y una buena distribución de la pelota, lo que permitió una mayor fluidez y,a la vez, eso significó una debilidad defensiva por parte de Washington Wizards.

Si se tiene en cuenta el score, se puede afirmar que hubo un excesivo goleo (un punto distintivo que tiene la NBA con respecto al básquet FIBA) y poca defensa. Pero también y, sin entrar a una especie de concierto de desmerecimientos, las ofensivas de ambos planteles trabajaron arduamente como para que el partido sea lo más vistoso posible. En otras palabras, las ofensivas tanto de Dallas Mavericks como de Washington Wizards brindaron un espectáculo táctico, emotivo y también en cuanto al planteo táctico que pudo reflejarse en el parqué estadounidense.

Wall y Deron Williams (dos de los mejores bases de la NBA) sacaron a relucir sus conocimientos básquetbolísticos, extraídos del básquet callejero estadounidense.