El sueño y el camino, poco a poco, se cristaliza. Hubo que pasar un tiempo de planificación, de riesgos y de apuestas a un proyecto deportivo que tiene, prácticamente, a todo Corrientes en vilo. La llegada de jugadores del calibre de Federico Aguerre, Juan Pablo Cantero, Leonardo Mainoldi, Lucas Faggiano, Damián Tintorelli y Reynaldo García hacían presagiar y esperanzar a toda la parcialidad que se hace presente en la Fortaleza Rojinegra. Era un buen comienzo y sólo faltaba cerrar condiciones con un DT capaz de acomodar las piezas, de darle una identidad al equipo y que todos elementos coincidan en un mismo objetivo: pelear por la máxima corona de la Liga Nacional. Detrás quedaron las luchas por la permanencia y donde pasaron jugadores como el uruguayo Leandro García Morales, el dominicano Jack Michael Martínez, el legendario base de la GD Lucas Victoriano, entre otros. Detrás quedó la desesperanza, la frustración y el hecho de ir a comprar una entrada para sufrir y observar, con demasiado detalle, cómo el equipo se iba derrumbando poco a poco. "No hay mal que dure cien años" indica una frase que, lejos de ser un cliché, pinta o, mejor dicho, define el proceso por el que tuvo que pasar San Martín. 

Ahora es distinto. El trabajo surtió efecto, el entrenamiento duro hizo que este grupo de profesionales del básquet se erigieran en soldados, como aquellos batallones más renombrados de la historia como el del Emperador Aníbal, el de Napoleón, o el Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano. Ese fue, sin dudas, el punto de partida para el sueño y el anhelo de toda una provincia. Una vez que ascendió, Corrientes se puso de fiesta porque ese hecho consumado, permitió que produzca el Superclásico contra Regatas Corrientes. La dirigencia de San Martín se cansó de ver triunfar al Fantasma y viceversa. Ahora es distinto.

¿Cómo se explica el presente basquetbolístico de San Martín? En pocas palabras: constancia. Sin embargo, hay que destacar que el rodaje, el juego en equipo, las rotaciones de balón y de jugadores sumado a que los suplentes tienen el mismo rendimiento que los titulares, fue la mejor oportunidad de Sebastián González para consolidar este equipo. Estudiantes de Concordia es un rival que siempre se las trae y complica a todo equipo que le presente batalla. Esta vez, no fue la excepción más allá de que el resultado indique una cosa totalmente distinta. En el lenguaje basquetbolístico, una cosa es el juego y otro los númeras y las estadísticas. En todo caso, ambas se complementan y permiten llegar a buen puerto para brindar un panorama completo de las alternativas del juego. El juego sirvió para que jugaran los juveniles, que por cierto vienen pidiendo pista hace mucho en la retaguardia comandada por Sebastián González. Apellidos como Espíndola, Alorda y Vallejos. El primero de ellos tuvo acción e hizo su aporte al equipo con dos puntos.

"La fuerza del Lobo se centra en la fuerza de la manada", manifestó Phil Jackson cuando le preguntaron sobre los motivos que llevaron a los Chicago Bulls a consagrarse campeones en la temporada 97-98 de la NBA. Pero en el seno de San Martín no hay un lobo, lo que sí existe es un grupo de jugadores involucrados en una idea de juego, en una identidad y en un proyecto que abarca no sólo a aquellas personas que gustan del básquetbol, sino de todos aquellos que tienen la dicha de pertenecer a Corrientes. 

Los playoffs representan otro "torneo" y los jugadores experimentados deberán tomar las riendas y las banderas un proyecto que,poco a poco, se cristaliza.

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