El estadio José Jorge Conte estuvo colmado. Prácticamente no hubo un asiento que no estuviera ocupado por algún fanático del básquet que, aunque llueva o truene, no se quiso perder el tercer partido de la final de la Conferencia Norte. Las expectativas quedaron cubiertas ya que el encuentro fue atractivo desde todo punto de vista. El estadio remero lució un marco imponente como aquellas épocas donde Regatas luchó en el TNA y luego ascendió de la mano de Silvio Santander para incursionar en la Liga Nacional. El camino fue duro y eso implicaron frustraciones, decepciones, victorias, sinsabores, la obtención de un certamen sudamericano y de una estatuilla de la Liga Nacional que, sin dudas, quedó en la historia.

El capítulo de esta temporada comenzó con la disminución del presupuesto que hizo presagiar que el conjunto regatense pelearía en la mitad de la tabla de posiciones. Esto confirma una vez más que en este deporte los nombres no significan nada, sino que lo que vale aquí es la planificación, el trabajo, la dedicación y el esfuerzo que esta dando sus frutos y que todo el equipo correntino lo está degustando en estas instancias. Este equipo demostró temple en la serie que logró imponerse 3 a 1 frente a Estudiantes de Concordia y ahora el desafío es más complicado y de sumo riesgo como lo es San Martín de Corrientes.

El trámite del partido comenzó con un 12 a 22 a favor del combinado visitante que se afianzó, mediante los trabajos de Juan Pablo Cantero, Federico Aguerre y la reaparición estelar de Reynaldo García. Estaba claro que Regatas debió dar el máximo esfuerzo en la esfera defensiva como ofensiva dada la ausencia de Paolo Quinteros y de evitar caer en una monotonía predecible en el goleo con Donald Sims. Los flashes y el foco de Gabriel Picatto pasó por desplegar una defensa que tuviera ritmo, capaz de ser rápida en los cambios de marca, que en las ayudas fuese contundente y robara la mayor cantidad de pelotas posibles para generar contrataques y puntos fáciles. En ciertos tramos del partido estas acciones se concretaron, pero ambos equipos abogaron por el trabajo en ataques estacionados. La preocupación de Picatto pasó por el hecho de que el conjunto de Sebastián González tiene muchos jugadores con capacidad anotadora y son hábiles en la rotación de balón, generando variantes para atacar el cesto de Regatas.

El complemento se inició con diversas detonaciones de bombas por parte de Donald Sims, quien hizo saltar de la butaca a cada uno de los hinchas que concurrieron al estadio. En ese momento, la paridad se hizo presente ya que ambos equipos anotaban y hacían valer su efectividad en el perímetro. El doble por doble era una constante y algo debía desempatar la cuestión: la identidad defensiva de Regatas. El click era necesario y la pretensión de los intérpretes en esta obra basquetbolística fue extender el dominio defensivo y que el partido ganado en la fortaleza rojinegra implicara el inicio de una buena racha en defensa. En ese aspecto aparecieron Pablo Espinoza, Fabián Ramírez Barrios y Santiago Vidal. El equipo se hizo uno en defensa sumada a las jugadas que no supo resolver San Martín en el desarrollo del juego.

Los dos últimos cuartos reflejaron a dos equipos que disputaban un clásico, pero sabiendo que el máximo botín es disputar la final por la corona. El nivel de juego es altamente óptimo, pero dominará aquel que tenga la suficiente fortaleza y solidez mental para acceder al Olimpo del básquet. 

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