Si los boxeadores afirman que el primer combate es en la balanza y el segundo en el ring, Paul Smith perdió los dos. No sólo se pasó de las 172 libras acordadas, sino que tampoco pudo dar el límite pautado para el día de la pelea. La falta de profesionalismo del boxeador inglés fue penalizada con 60 mil dolares sobre una bolsa de 220 mil.

Desde el inicio del combate, la izquierda en punta de Andre Ward filtró la guardia de Smith, como así también sus esperanzas de lograr algo más que intentar sobrevivir de pie sobre la lona. Cada vez más cómodo se fue sintiendo el norteamericano que, si algo necesitaba en su vuelta, era un rival que no lo presione y lo deje manejar los tiempos de la pelea.

A medida que pasaban los minutos, Ward bajaba su guardia y Smith la subía. Una combinación letal de velocidad y precisión comenzaba a desfigurar el rostro del inglés que sangraba sobre su ceja izquierda producto del duro y marcado jab del Hijo de Dios.

Pero como esto es boxeo y todo boxeador tiene derecho a rezar por su golpe de suerte, Smith conectó un cruzado de derecha sobre la quijada de Ward, que debió amarrar de inmediato y luego mostrar sus dotes defensivos esquivando dos boleados.

Ward marcó el ritmo del combate en todo momento. Si bien se lo notó algo ahogado en los descansos, el hecho de conectar un alto porcentaje de golpes lanzados facilitaba su trabajo sobre el ring.

El final inevitable se dio en el noveno asalto cuando la esquina de Paul Smith decidió lanzar la toalla al ver que el rostro de su pupilo era cubierto por sangre, y el castigo recibido era arrollador. Con este resultado Andre SOG Ward eleva su marca a 28-0.