“Soy más grande que él, igual que con Pacquiao. Esta vez también voy a imponer mi fuerza para ganar”, dijo Horn luego del pesaje, el día previo a la pelea. Sin subirse al circo mediático, Crawford contestó con calma, pero también con seguridad: “No soy Manny Pacquiao”.

Tuvo que escuchar mucho el retador. De parte del equipo del campeón, que predecía un knock out en el primer round, que también puso en duda la veracidad de la lesión en la mano derecha de Crawford, que terminó posponiendo la pelea. Todo eso escuchó el retador Terence Crawford (33-0, 24 KO). Pero no contestó. En cambio, decidió hablar en el ring. Y vaya monólogo que dio.

Jeff Horn (18-1-1, 12 KO) ganó el cinturón mundial welter OMB ante Manny Pacquiao en julio del año pasado, con un controvertido fallo de los jueces, muy criticado por el equipo de Pacman y varios medios especializados del mundo de la esgrima de los puños. El pleito de este sábado era la segunda defensa del australiano, que expuso el cetro por primera vez en diciembre ante Gary Corcoran, a quien derrotó por knock out técnico.

Crawford no hizo otra cosa que contrarrestar en todo momento los avances de toro del australiano, con precisos uppercuts primero, y sorprendiendo después, ganando también en los abrazos o clinches, donde se esperaba que Horn estableciera superioridad. Bud mantuvo siempre la ventaja de mayor alcance de sus brazos (178 cm ante los 173 del australiano), y cuando Hornet acortaba distancias, lo alejaba a base de ascendentes y cruzados que llegaron siempre al objetivo, sobre la humanidad del campeón.

Mediando el quinto asalto de la pelea, Bud ya no sólo daba los golpes más severos y precisos, sino que se había convertido en el agresor del combate, que hacía retroceder a Horn a base de claras y potentes combinaciones de golpes. Finalizando el round, un poderoso cruzado de Crawford al cuerpo de Horn lo hizo doblarse de dolor, lo que causó una malévola sonrisa en el retador. El final comenzaba a verse claro.

Los fans de Horn lo vitoreaban, intentando motivarlo. Esto no sólo no surtía efecto, sino que parecía resultar contraproducente, ya que la pelea perdía todo vestigio de imprevisibilidad a medida que pasaban los segundos, los minutos, los asaltos. En ningún momento pudo Horn siquiera complicar el derrotero del pleito para el retador, que a partir del sexto round ya le estaba dando una paliza.

Sonó la campana de la octava vuelta y ya flotaba en el aire el aroma de la anestesia. Con total comodidad, Crawford combinó golpes a lo largo de todo el cuerpo del australiano, cada impacto haciendo más daño que el anterior. Aquí estuvo el único momento de fortuna para Hornet, cuando Bud le propinó un brutal directo de derecha, que lo dejaba “sentido”, y listo para caer; inmediatamente después, lo salvó la campana.

Salieron ambos al noveno round, y Crawford ya olía sangre, sabía que el final estaba cerca. Quizás Horn también. Bud eligió cautelosamente los golpes a ejecutar, y luego de llevarlo contra las cuerdas, un violento cruzado izquierdo envió al australiano a la lona por primera vez en la pelea. Pero el norteamericano no le dejó chance alguna de sobrevivir. Continuó el castigo, hasta que el árbitro Robert Byrd salió al rescate del australiano; abrazó a Horn con el brazo izquierdo en alto, decretando el final de la pelea, que jamás estuvo en duda.

El horizonte del ahora campeón mundial welter OMB se muestra con la misión de unificar títulos en una nueva categoría: Keith Thurman (campeón AMB) o Errol Spence (FIB). También puede retar al vencedor de la disputa por el cetro vacante CMB entre Danny García y Shawn Porter.

Ya se vuelve muy difícil discutir el hecho de que Crawford es uno de los mejores libra por libra del momento.

 

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Sobre el autor
Ramiro Digier
Estudiante de periodismo deportivo en ciudad de Santa Fe. Amante del boxeo, fútbol y rugby.