Es difícil entender al Oscar De La Hoya de la actualidad. Difícil por lo mucho que se ha distanciado del boxeador que fue. Para hacer una pequeña semblanza: 39 victorias, 30 antes del límite. Ganador de ocho títulos mundiales en seis categorías. En peleas por cinturones mundiales, su récord es de 24-5, con 17 KO. Sin duda alguna, uno de los mejores púgiles de la década del ‘90 y quizás uno de los mejores de la historia.

¿Qué pasó con ese fantástico boxeador? ¿En qué devino el De La Hoya campeón del mundo? Fundó Golden Boy Promotions en 2002 junto a otros boxeadores, algunos de ellos, rivales del estadounidense de ascendencia mexicana, como Bernard Hopkins o Ricky Hatton.

Desde su retiro en adelante es que se vuelve difícil entender la mutación de Oscar. Los promotores, los dueños de las empresas promotoras, los entrenadores de los púgiles o los mismos boxeadores son conocidos por hacer un gran trabajo cuando se trata de conferencias de prensa. A esto se lo suele llamar “vender la pelea”. Se cruzan comentarios entre los púgiles, siempre con el mismo fin: generar interés en ver el momento en que suene la primera campana, los comentarios queden de lado, y resuelvan todo lo que se dijo con los puños.

Hay una fina línea en este tema. Una cosa es, como dijimos, vender la pelea. Otra muy distinta es convertirse en una parodia de sí mismo. Y con ello, perder toda credibilidad que es podía tener sobre la persona. Golden Boy podría tranquilamente formar parte de estos personajes. En los últimos tiempos ha tenido repercusión por ciertos comentarios que no tienen asidero alguno con la realidad por la que él transita.

Entre ellos, por ejemplo, la contradicción en la que cayó después de la pelea entre Floyd Mayweather y la estrella de las MMA, Conor McGregor, acaecida el 26 de agosto de 2017. Inicialmente, De La Hoya se declaró en contra del enfrentamiento, considerándolo un mero espectáculo, antes que una verdadera pelea. Después del combate, fue más al hueso del asunto, diciendo que había sido una vergüenza en todos los aspectos. “Todo lo que se escenificó sobre el cuadrilátero fue patético, una burla millonaria, permitida por quienes debían velar por la integridad del boxeo”.

Hasta aquí es el comentario esperable viniendo de un boxeador. Pero el rumbo cambió totalmente en noviembre del año pasado. En una conferencia de prensa, retó al irlandés McGregor a otro combate de boxeo. “Yo todo lo que necesito son dos rounds. Uno para calentar, y otro para noquear”, había dicho también. Contraste absoluto con sus comentarios de unos meses antes, cuando también había concedido que esperaba que “ese tipo de eventos (por la pelea Mayweather - McGregor) no sucedan nunca más en la historia, porque el boxeo es boxeo y MMA es MMA”.

Después está la polémica más vieja de la que todavía se queja el múltiple campeón: el enfrentamiento con Money Mayweather. El 5 de mayo de 2007, se enfrentaron en el MGM Grand de Las Vegas. Mayweather fue el vencedor, por decisión dividida. Si bien es cierto que el resultado es opinable y debatible, resulta incómodo que hasta el día de hoy De La Hoya siga apoyándose en el mismo argumento que esgrimió después de la pelea: que si hubiesen peleado cuando era más joven, el resultado habría sido otro. Es una de las grandes rivalidades que se ha mantenido con el paso de los años. Incluso, en una carta que le escribió a Mayweather después de que el moreno anunciase su retiro definitivo, aseguraba: “No estoy triste por verte retirarte. Tampoco lo están muchos aficionados al boxeo. La MAYORÍA de los aficionados al boxeo (no lo está). ¿Por qué? Porque el boxeo será mejor sin ti”.

El último comentario del que se tiene noticia es de lo más extravagante. El día de ayer, en diálogo con TMZ Sports, dijo que considera seriamente postularse como ¡presidente de los Estados Unidos! “Si Kanye West puede poner como opción el querer ocupar la Casa Blanca, ¿por qué yo no?”. Claro está que no tiene experiencia política alguna, pero como le dijo a TMZ, tampoco Donald Trump.

El rumbo de Oscar De La Hoya es desconocido para todo el mundo. Jamás se sabe realmente qué saldrá a decir después. Es, como se mencionó antes, un hombre que se ha convertido en una parodia de sí mismo. Ya no destila el respeto que se le tenía durante su época de boxeador. Su credibilidad se ve cercenada cada vez que suelta estos comentarios, y podría hasta ser contraproducente en su labor como promotor. Se viene la segunda edición de Gennady Golovkin vs Saúl Canelo Álvarez (promocionado este último por Golden Boy), así que no debería sorprender que escuchemos nuevamente del Niño de Oro.