Por fuera, el resultado era esperado. El campeón Anthony Joshua (22-0, 21 KO) retuvo sus títulos mundiales FIB, OIB, OMB y super AMB. Fue tras vencer al retador mandatorio, el ruso Alexander Povetkin (34-2, 24 KO), por knock out técnico en la séptima vuelta del combate, que tuvo lugar en el mítico Wembley Arena de Londres, Inglaterra.

Por dentro, hay conclusiones inesperadas que se desprenden de la pelea de ayer. Primero hay que destacar que el KO no llegó producto de una destrucción progresiva por parte del campeón contra su adversario. Es más, Joshua no estaba teniendo el desempeño esperado. Podría casi decirse que encontró el knock out.

¿Por qué encontró el knock out? Porque los pronósticos indicaban que Joshua vencería sin atenuantes al ruso. Sin embargo, el trámite fue todo lo contrario. Povetkin neutralizó el jab del inglés, que tanto utiliza para iniciar sus combinaciones. Primera demostración de una dificultad de Joshua: se siente muy incómodo cuando no puede lanzar su izquierda en punta con libertad. Al ponerse dubitativo, prefirió no gastar fuerzas en vano.

A pesar de ello, fue justamente el jab el golpe que más utilizó el nacido en Watford: según cifras de Compubox, Joshua acertó 53 de 165 a lo largo de los siete rounds que duró el combate. Con respecto a los golpes de poder, el asalto de la victoria fue en el que estuvo más lúcido: 11 de 17 dieron blanco en la humanidad de Povetkin, 64,7% de acierto.

Otro mérito del ruso: cerró espacios ante la mayor altura del campeón (diez centímetros de diferencia, 1,98 contra 1,88), se metió en su guardia, y lo complicó siempre con el cross izquierdo. En el primer round fue una de las mayores sorpresas; el retador tomó totalmente desprevenido a Joshua y conectó un cross izquierdo de lleno en la mejilla derecha del campeón. Terminó tambaleando un poco, lo que en la jerga boxística es conocido como “zapatear”, logrando al final recuperar el equilibrio. Aquí Joshua también demostró no saber resolver con soltura esta adversidad. Si bien conectó alguna vez con un ascendente al ruso cuando éste se acercaba atacando, la mayoría de las ocasiones optó por el paso atrás arqueando la cintura, intentando hacer fallar a su rival.

Pero la clave no está en los números. El hecho es que, a pesar de que “AJ” logró que la mayoría de los potentes envíos de Povetkin terminaran cortando el aire, los que sí dieron en la humanidad del inglés lo dañaron fuertemente de todas formas. En el caso de la pelea en cuestión, las estadísticas de lanzados/acertados no reflejan lo que realmente pasó en el ring.

El campeón la pasó realmente mal durante las primeras tres vueltas. Povetkin no dejó nunca de avanzar, de cortarle el ring, y de hacer el mismo movimiento, que le trajo muchas complicaciones: agachar la cintura para dar un rápido paso hacia adelante, metiéndose en su guardia, inmediatamente seguido del cruzado izquierdo.

También hay que hacer una salvedad. Después del cuarto round, Joshua empezó por fin a hacer prevalecer el jab, con lo que también pasó a conectar sus golpes de poder, y así fue frenando las arremetidas del ruso. Fue entonces cuando en el séptimo asalto del combate, por fin conectó un derechazo recto que marcó el inicio del fin de Povetkin. Ya sentido su adversario, Joshua se tomó su tiempo para rematar con comodidad. Cruzado izquierdo y otra derecha enviaron por primera vez al ruso a la lona. Por la imagen que daba Povetkin, no parecía realmente necesario que el árbitro Steve Gray le permitiera seguir, a pesar de haberlo hecho.