Boca llegó a la instancia final del campeonato del 76 clasificándose en su zona. Previamente había eliminado a Banfield (2 a 1) en cuartos de final y en la semifinal a Huracán (1 a 0), en partidos muy parejos, disputados en cancha neutral. 

Luego llegó la primera (y hasta esta noche la única) final. Ese 22 de diciembre de 1976 caluroso y soleado, una multitud que se calculó en más de 70.000 personas marchó desde temprano para la cancha de Racing, dispuesta a ver un Superclásico especial, ya que definía un campeonato que podía ser el doblete de ese año para el equipo que dirigía Juan Carlos Lorenzo, que ya había festejado el título en el Metropolitano. 

A los 27 minutos del segundo tiempo, le cometieron una infracción a Veglio cerca del área, y en ese momento se cumplió lo que Arturo Ithurralde había avisado en los vestuarios sobre nuevas (en ese momento) instrucciones de la FIFA. 
"Antes de empezar el partido el árbitro nos dijo a los capitanes (Roberto Perfumo llevaba la cinta en River) que no era necesario tocar el silbato para patear un tiro libre. Que, si había la distancia correspondiente, se podía tirar", contó después muchas veces el Chapa Suñé

Ubaldo Matildo Fillol acomodaba la barrera y sus compañeros pecaban de ingenuidad, ya que ningún jugador de River se paró delante de la pelota. Entonces Suñé empujó a Roberto Mouzo, quien se preparaba para patear, y sacó un remate alto que pasó la barrera y bajó para sacudir la red a media altura, ante la mirada atónita del gran arquero. 

Terminado el partido y Boca dio la Vuelta Olímpica ante la propia gente riverplatense donde las tribunas ocuparon los hinchas locales y que así en un año vivió muy cercanamente los campeonatos obtenidos por Boca Juniors. 

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