El Fortín explotaba. Los guerreros de Gareca estaban deseosos de repetir la hazaña conseguida, con más ganas (y algo de suerte) que buen juego, semanas atrás. Enfrente, la lepra rosarina. Dispuesta a dar vuelta la serie o, al menos, vender cara su derrota.

El pueblo fortinero preparó su fiesta: papelitos, banderas y serpentinas. El equipo apretaba y buscaba incomodar. Pero la historia caprichosa quiso que Milton Casco, a los 3 minutos de juego, pusiera el 1 a 0 parcial para Newell´s.

Bajo esta circunstancia, el planteo pragmático de Gareca se veía ultrajado. El tigre se decidió por un volante de marca y otro de lujo como Gago,  y dos más veloces para explotar las bandas. Arriba, la voluntad de Pratto potenciada con algún chispazo de Insúa. El gol tempranero asustó al equipo. Allione y Copete, los carrileros de la formación, dejaron de respetar las marcas y salieron decididos a buscar el gol.

Con un Vélez nervioso y desconcentrado, buscó el empate por todos los medios, pero chocaba contra una defensa áspera y firme como la de Newell´s.

Cuando el primer tiempo llegaba a su fin, otro baldazo de agua fría cayó en Liniers: Gol de Scocco tras una pésima salida de Juan Sabia.

Con dos modificaciones salió Vélez: Copete por Ferreyra y Allione por Romero, decidido a matar o morir. Los primeros quince minutos fueron similares a lo ya visto: un partido de ida y vuelta, bien jugado y con chances claras para cada lado. La última media hora fue puro vértigo, con el equipo de Liniers agotando sus recursos y convirtiendo en figura a Guzmán.

El gol de los velezanos llegó mas por amor propio que por juego. El ariete Facundo Ferreyra definió con un tiro cruzado, de mediavuelta, tras un pase de Pratto, en el minuto 82.  El fortín siguió empujando con oportunidades claras aunque sin suerte, y se quedó con un gusto amargo en la boca.

Así, tal vez de manera injusta, Vélez perdió la batalla de Liniers. Por errores propios y aciertos del rival. Con soldados que no estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos, y con pequeños guerreros que piden a gritos la titularidad, como Peruzzi y Romero, acaso lo mejor de la noche. Sólo resta completar un papel respetable en el Torneo Final, y esperar que Gareca, hoy herido, fortalezca a su tropa.