El reloj marca las doce de la noche y en la televisión aparece la cadena nacional con el himno argentino de fondo. Al escuchar esas estrofas, automáticamente mi  mente me lleva a recordar una de las tantas páginas que hay en el álbum del recuerdo de mi vida. Para ser exacto, se posa en el martes 9 de julio de 2002, a las 00:08 de la mañana, día en que el sentimiento y la hipocresía se encontraron por primera vez.

Una bandada de pájaros volaba en formación de V, mientras que la fría helada cubría de blanco el césped del patio de mi colegio. Firmes, sobre el palco de madera, estaban las autoridades de la institución recordando el día de la Independencia de Argentina, dando cátedra de historia y admirando a los próceres de aquellos tiempos.

Todos parecían muy nacionalistas pero cuando la jornada concluyó, una maestra se quedó dialogando con otra al costado del escenario y sin darse  cuenta de que había alumnos escuchando, le comentó  a su compañera que pensaba irse a vivir al extranjero porque Argentina era “un país de mierda”.

Esas palabras me llenaron de odio e impotencia, cuando llegué a mí casa se lo comenté a mi abuela y le pregunté: ¿Eso es ser argentino? A lo que me respondió: “todos pensamos lo mismo”. Enojado me fui para mi cuarto y sobre la mesita de luz estaba el diario matutino de Chacabuco, en el que en su tapa resaltaba la imagen del delantero Gabriel Omar Batistuta con los ojos llenos de lágrimas y un título que decía: “Tristeza”.

Habían pasado tan solo 27 días del último partido ante Suecia, en la que la Selección Argentina quedó eliminada del Mundial disputado en Corea – Japón, y ese tipo todavía no podía superar la angustia que lo atrapaba por quedar afuera y tener que retirarse sin ganar la Copa del Mundo.

En su rostro había signos de desilusión, se demostraban los verdaderos sentimientos, y eso me hizo reflexionar, porque pude entender que todavía quedan hombres de palabra, patriotas nobles con total fidelidad. Lo de Batistuta fue un gesto que será recordado por muchos, el ejemplo que más de uno debe seguir si verdaderamente ama a su país.