Un día como hoy pero de 1918 nacía un niño eterno. Un niño que conmocionó a todos cuando lloró lágrimas rojas y blancas apenas salió del vientre de su madre. Un niño que se convertiría en uno de los máximos ídolos de la historia de River Plate. 
 
Ángel Amadeo Labruna hizo lo que quiso y cuando quiso con la banda en el pecho. Se cansó de enloquecer a las defensas y a los porteros rivales. Sus 293 goles lo convierten en el más grande goleador de la historia del fútbol argentino, junto al paraguayo Arsenio Erico. Se cansó de marcarle goles a Boca, nada más ni nada menos que con 16 conquistas. Se cansó de jugar de memoria junto a Muñoz, Moreno, Pedernera y Loustau. Se cansó de ganar títulos con su amado club tanto como jugador y como entrenador. 15 campeonatos sumando las dos funciones. 
 
Además de todo esto, fue el encargado de dirigir al equipo que cortó la sequía de 18 años sin títulos por Nuñez. Un festejo que devolvió el alma al cuerpo a todos los hinchas de River.
 
El hombre que se tapaba la nariz cada vez que ingresaba en La Bombonera, sin ningún tipo de agresión, si no con la más pura picardía que destaca al folklore del fútbol en Argentina. 
 
Por todo esto y por su amor incondicional por la banda, es considerado el 28 de septiembre como el Día Internacional del Hincha de River.