Después de dejar su cargo como seleccionador argentino, Pékerman rechazó varias ofertas para dirigir otras selecciones nacionales. Según él es necesario tener pasión y sentido de pertenencia por un país antes de dirigir a su seleccionado, y además, le costaba enfrentar el hecho de un eventual encuentro en contra de su patria. En el caso de Argentina su conexión resulta completamente obvia, ¿pero Colombia? Bien, ‘Don José’ como ha sido llamado en el país cafetero, vistió los colores del popular DIM (Independiente Medellín) en los años 70, en donde jugó más de 100 partidos. Allí, en la ciudad de la eterna primavera nacería Vanesa, su primogénita. Sin duda una conexión difícil de romper con un país del que se enamoró y del que guarda gratos recuerdos.

Al igual que cuando asumió a la Argentina de Bielsa en el camino a Alemania, Pékerman tomó el seleccionado colombiano cuando este ya había recorrido varios pasos del camino mundialista. Leonel Álvarez le entregaba el saldo de una victoria (Bolivia en La Paz), un empate (Venezuela en Barranquilla) y una derrota (precisamente contra Argentina en la misma Barranquilla) que le permitían seguir prendido a la lucha por los cupos a Brasil. El resultado ya lo conocemos: Colombia consiguió los puntos necesarios y terminó segunda en la eliminatoria sudamericana, tan solo una unidad por detrás de Argentina; al igual que el equipo albiceleste cuando precedió a Brasil en aquella anterior eliminatoria ocho años atrás.

José aplicó en Argentina una metodología de juego que replicó con Colombia, encontrando las fichas apropiadas para armar su estrategia. Laterales punzantes, volantes de marca con buen trato del balón, extremos veloces, un creador, un nueve de área y un segundo delantero “picante” formaron siempre dentro de la cancha. Sin embargo, Colombia echó mano de sus estelares individualidades en más de una ocasión para superar a sus rivales y no tanto de su juego en conjunto como sí lo hacía aquella Argentina que reflejaba el trabajo de varios años desde las selecciones sub-20 que el mismo Pékerman dirigió con éxito en Malasia, Qatar y en su país. Más allá de eso, el equipo fue eficaz y consiguió los resultados que en otras ocasiones le fueron esquivos aun jugando partidos buenos. Quizá el trabajo, el tiempo y la preparación llevarán a Colombia a alcanzar tal grado de automatización en el futuro cercano y de cara a la máxima competencia de la FIFA. Lo que sí quedó evidenciado es que Pékerman elige sus equipos con pericia y enlaza sus acciones y sus palabras con coherencia. 

En el año 2006, Argentina, como cabeza de serie, fue acompañada por Costa de Marfil, Holanda y la debutante Serbia y Montenegro en su zona mundialista. La albiceleste ganó contundentemente sus dos primeros encuentros y se dio el lujo de alinear a algunos suplentes frente a la poderosa naranja europea. El próximo año en Brasil, Pékerman, también con Colombia como cabeza de serie, volverá a enfrentar a los africanos que pasaron de ser “incomodos” rivales a los mejores de su continente. También deberá medirse a la muralla que instalan los griegos, que solo recibieron seis goles a lo largo de la clasificación, y a los japoneses, que además de haber superado cómodamente su zona clasificatoria, no paran nunca de correr. A priori el grupo es accesible,  y Colombia cuenta con las herramientas necesarias para alcanzar las instancias definitivas. Antes, Crespo metía todo y ganaba por arriba mientras Falcao lo hace hoy. Saviola rompía defensas del mismo modo que Teo. Román pensaba, acariciaba la pelota y lanzaba puñaladas a la flechas Saviola, Maxi Rodríguez y César Delgado como lo hace hoy James Rodríguez con Cuadrado, Armero, Pabón y Zúñiga. 'El Ratón' Ayala acaudillaba desde atrás, al igual que Mario Alberto Yepes; y Guarín se asocia para acompañar a todos como lo hacían Lucho González y Cambiasso. Además de esa base experimentada y consolidada, Pékerman contaba entonces con las inyecciones de velocidad que aportaban Messi y Tévez desde el banco, y con el ahínco protagonizado por Mascherano. Colombia hoy no es muy distante: Muriel, Jackson y Bacca se suman a Edwin Valencia y conforman una nueva era de jugadores vertiginosos y talentosos.   

Trabajo, dedicación, disciplina y, sobre todo, mentalidad ganadora; son los pilares que Pékerman utilizó para agregarle a un país que siempre tuvo futbolistas interesantes, técnicamente muy bien dotados y talentosos, lo que le hacía falta para trascender en el ámbito internacional y dar ese salto de calidad que le permitió competir con los mejores. Siempre diplomático y con cabeza fría en frente de los micrófonos y cámaras pero capaz de arengar a sus dirigidos con tenacidad dentro de los vestuarios.

Hace ocho años los argentinos volvieron a creer en la posibilidad de ser campeones mundiales y recuperaron la fe en su selección nacional. Si bien los colombianos son más cautos y realistas, los 44 millones de ellos están con la ilusión a tope y con la esperanza de realizar un mundial destacable para aprovechar una generación dorada de futbolistas cuyos jugadores se codean sin complejos con los mejores del mundo cada fin de semana en las ligas europeas.

Muchos de sus compatriotas tildaron a Pékerman como el culpable de aquella eliminación en la ronda de penales por no haber creído en su estrella naciente 'Lio' Messi y haber equivocado los cambios en aquel partido decisivo, pero al parecer la experiencia ha sido superada (más no olvidada) y ha servido de lección para asumir el control de una prometedora selección colombiana que buscará dejar su huella en las tierras de la samba. Ya sabemos, desde hace tiempo, que el fútbol sí te da revancha. José Pékerman tendrá la suya en Brasil.