Boca entendía que debía cambiar, mutar, para dejar atrás un año paupérrimo casi sin ningún aspecto positivo (tal vez, la contundencia de Emanuel Gigliotti, la fortaleza de Agustín Orión y los destellos de calidad de Fernando Gago en los pocos partidos que disputó). Sin embargo, no todos dicen que los cambios siempre traen consecuencias favorables. El nuevo sistema impuesto por el entrenador, 4-2-3-1 es uno que no está en el gen del simpatizante boquense pero que lo puede aceptar (algo similar pasó cuando Claudio Borghi trató con sólo tres defensores frente al rechazo general de periodistas e hinchas por la nombrada "historia" y esencia que pertenece al club).

Este nuevo esquema, al no ser de los habituales practicados en el plano general de las estrategias, necesita un poco más de trabajo y atención de los ya recurrentes 4-4-2 y 4-3-3. ¿Realmente se practicó lo necesario? A las pruebas nos remitimos al ver a un Boca con chispas de un poco más de actitud (primer tiempo en el empate con River) pero sin nunca evolucionar en lo que refiere a la elaboración de juego. El discurso creado a principios de año por Carlos Bianchi y sus allegados sobre el nuevo dibujo táctico caía en protegerse más en lo defensivo, con el arribo de Hernán Grana en el lateral derecho y Juan Forlín en el centro de la última línea, ya que el ataque era el punto fuerte, por el desequilibrio de Juan Manuel Martínez, la eficacia goleadora de Gigliotti y tal vez una combinación entre Juan Sanchez Miño y el capitán Juan Román Riquelme. Boca juega a sus individualidades, las oportunidades propuestas por el azar y la reiteración. Cuando se apuesta por las grandes figuras, se sabe que se está jugando con un arma de doble filo: con un declive de rendimientos, en un equipo que se basa en el despliegue de un par de figuras y no en el volumen del juego sin una defensa segura, tarde o temprano el tropezón llega.

De los cinco encuentros disputados en este 2014, no sólo que no ganó ninguno, sino que recibió ocho goles y marcó apenas dos, y ninguno de ellos por parte de los delanteros. Finalmente, el sistema que trataba a los incrédulos de las mejoras defensivas agravó el problema y produjo otro de igual de dimensión de complejo: la nula actividad y asistencia a los delanteros (o el único) sin provocarles posibilidades netas y claras para convertir. El club de la Ribera acumula 9 partidos sin conocer la victoria: cinco derrotas y cuatro empates. El último triunfo, sumando los amistosos a las competencias oficiales, marca la fecha del 10/11/13 cuando derrotó a Tigre en la Bombonera en los últimos minutos por 2 a 1 en la 15ta. fecha del Torneo Inicial.

El contexto de la pretemporada, el sobredimensionado trabajo físico y la ausencia de un jugador tan importante como Riquelme son atenuantes a tener en cuenta, pero de ninguna manera esto puede ser determinante a la hora de tomar la actitud por los jugadores o la idea que intenta plasmar el entrenador. Tanto los futbolistas, dirigentes y periodistas ya atestiguan que algo no anda bien y se debe volver a cambiar. Tal vez, un detonante significativo a esta baja producción del plantel se deba al casi insignificante trabajo táctico: trabajar tanto en lo físico y en realizar varias prácticas e fútbol de 60 minutos (llegan a ser hasta tres por semana) donde los jugadores no saben a lo que juegan exigiendo su físico constantemente para pelear un puesto, dejando lugar a sólo una oportunidad en toda la semana para enfocarse a las cuestiones tácticas y estratégicas.

Parece que en la parte dirigencial tampoco están de acuerdo con la manera en que el entrenador está llevando a cabo su labor, llevando a los medios de manera inexplicable el contrato que une a Bianchi con la institución. A todo esto se debe sumar la negativa propia del Virrey por la contratación del volante de 26 años Ever Banega. ¿El motivo? Que ya son varios los jugadores en ese puesto y necesito reforzar otra posición. Desde este punto de vista, no parece desacertada la decisión de Bianchi, pero acaso Banega, cotizado en 12 millones de euros por el propio Valencia, de talla de nivel internacional y figura recurrente de la Selección Argentina, sumado a los grandes problemas que demuestra Boca en la elaboración de juego a lo largo de un año, ¿es un jugador prescindible para este presente del equipo?

Nadie puede poner en duda los títulos ni la capacidad de Bianchi, pero Boca no puede vivir del pasado y seguir cosechando campañas magras y decepcionantes (en el primer semestre del año terminó anteúltimo y en el siguiente séptimo).

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Sobre el autor
Alan Mauricio Schenone
Editor de Vavel Argentina. Coordinador, editor y redactor de Boca Juniors en Vavel. Letras en la Universidad del Salvador y periodista en DeporTEA. Cronista del canal ShowSport de la provincia de Córdoba.