En un estadio Centenario sin público los dos conjuntos ponían las cartas sobre la mesa e iban en busca de sus objetivos. Tanto Boca como Quilmes debían sumar de a tres sino sus metas comienzan a perderse de vista. El xeneize tenía un duro escollo antes de llegar al partido supremo, el Superclásico.

El problema principal para poder ver un buen encuentro de fútbol en el primer tiempo fue el efecto Alzheimer que sufrieron tanto boquenses como cerveceros ya que se olvidaron de cómo tratar a la redonda. No se le cayó una idea a ninguno, faltó dinámica y se notó mucho la ausencia de Caneo y Riquelme, de flojo rendimiento.

Si los que saben cómo crear buenas situaciones de gol no estaban finos, a los demás les costaba muchísimo. Ni Román, ni Caneo, ni Gago. Ninguno estuvo fino ni le dio el salto de calidad que se necesitaba.

Una sola oportunidad tuvo Boca en la cual Emmanuel Gigliotti le pegó muy débil desde afuera del área. Salvo esa situación, costó encontrar ataques serios del xeneize contra el arco de Dulcich.

El segundo tiempo se mantuvo en la misma sintonía: poco juego, falta de situaciones y aburrimiento absoluto. Se esperaba que ambos técnicos motivaran a sus jugadores para el complemento pero nada funcionó.

Boca comenzó a reaccionar ya cuando el partido se iba y amenazó con romper el cero. Un remate de Colazo que rebotó en Martínez y un potente tiro de Riquelme queDulcich desvío hacia el córner fueron algunas de las oportunidades más claras que tuvo el conjunto boquense.

De parte de los de Caruso Lombardi no existió un acercamiento que inquietara aOrión y claramente se conformó desde temprano con el empate. Si bien el cervecero necesita sumar para mejorar su promedio, vio con buenos ojos el reparto de puntos.

Cuando ya el final estaba por darse, hubo tiempo para sumarle una mala noticia al Virrey.Federico Bravo vio la segunda amarilla y se fue expulsado a falta de un minuto. El equipo de Bianchi dejó pasar una nueva chance de escalar en la tabla de posiciones de este flojo torneo y comienza a alejarse de la punta. Con este empate quedó a seis puntos del líder Colón.

El próximo domingo, será la hora de la verdad para este Boca. De triunfar en el Superclásico, seguramente se meterá de lleno en la lucha por el campeonato. De perder ya su suerte estará echada y asumirá su destino inevitable: el fracaso volverá a golpear las puertas de La Bombonera.