Nada es casualidad. Que de los 365 días del año justamente un 25 de mayo se hayan gestado dos sucesos trascendenatles en la historia de la Argentina: la Revolución de Mayo, de 1810, y la fundación de River Plate. Saavedra, Belgrano, Moreno y Paso pro un lado en el Cabildo de Buenos Aires y 91 años despúés Pedro Martínez y Leopoldo Bard en el Puerto de La Boca (nada más y nada menos), por otro.

El club nació de una fusión de dos clubes de barrio: Santa Rosa y Las Rosales, que después de varias propuestas (¡Incluso se pensó el nombre de Sentimiento Boquense!) y el club se denominó "River Plate" por inscripciones de algunos cajones que vieron en un barco del puerto, que traía al país miles de inmigrantes (sobre todos españoles e italianos), y es así que vio la luz River (aunque algnas versiones dicen que la verdadera fundación se hizo en 1904).

El primer presidente fue Bard, Alberto Flores el vicepresidente y Bernardo Messina el secretario. El resto de la Comisión Directiva eran italianos e ingleses . En esa época los dirigentes de los clubes nacientes era también jugadores, y por supuetso que Brad era el capitán y el ideólogo de la construcción de la primera cancha, en la Dársena Sur del puerto de la Capital Federal, precaria, de tierra, pero así se cimentó el Más Grande, paso a paso.

Moltedo, Ratto, Cevallos, Peralta, Carrega, Bard, Kitzler, Martínez, Alberto Flores, Enrique Zanni y Messina: el primer once de River Plate, que primeramente utilizaba una vestimenta absolutamente blanca, pero un día de carnaval cinco jugadores se robaron de un carro alegórico una cinta color roja, que la ataron con alfileres a la casaca blanca, en diagonal de izquierda a derecha y así nació para la eternidad la Banda Roja.

El primer partido ofiical de la Banda data del 30 de abril de 1905, en una derota anet Fcaunltad de Medicina por 3-2 correspondiente a la Tercera División del "Football Association". Sin embargo, los muchachos de Bard salieron adelante y ascendieron a al Segunda categoría, paso previo a dar el gran salto a Primera (como hacen los grandes, ganarse el lugar de la elite en la cancha) el 27 de diciembre de 1908, en un histórico 7-0 a Racing Club (que durante el amauterismo brilló).

Era una época inestable, con varias mudanzas de escenario (de la Dársena Sur al barrio de Sarandí, y de allí a un mini estadio en la Dársena oeste), pero River demostró por qué hoy en día es el Más Grande: en 1909 derrotó 1-0 al mítico Alumni, el mejor equipo amateur d ela historia en la Argentina, y en 1912 se vivió el primer Superclásico: River venció a Boca por 2-1, con goles de Cándido García y Alberto Penney. Y la primera vuelta olímpica, al fin, en 1920 tras un 2-0 a Quilmes. Eso provocó una revolución y la necesidad de construir otro estadio para albergar a la multitud que acompañaba al equipo, y es así que se fundó la cancha en Avenida Figueroa Alcorta y Tagle, esquina mítica para todos los riverplatenses.

¿Y por qué el apodo de Millonarios? Esto ocurrió en 1931, ya con el Profesionalismo instaurado. Los dirigentes de River rompieron el mercado y compraron a Carlos Peucelle de Sportivo Buenos Aires a 10 mil pesos y a Bernabé Ferreyra a Tigre po 35 mil pesos, una fortuna para la época. ¿Dio resultado? Por supuesto: River se consagró campeón en 1932, tricampeón en 1936 (Copa Campeonato y Copa de Oro, reconocida recientemente) y 1937, en la época que los torneos eran anuales (de 1931 a 1967).

Una década dorada que se cerró con la inuaguración del mítico estadio Monumental, en el barrio de Núñez que hoy en día es el Templo del Fútbol, idea del presidente Antonio Vespucio Liberti, que convirtió ese baldío del Río de la Plata en un escenario majestuoso, uno de los más impontes de América. Hoy cumple 76 años: fue inaugurado el 25 de mayo de 1938 en un amistoso contra peñarol de Uruguay.

El Millo siguió con su leyenda en los años ´40, mientras el mundo sufría el desasosiego y las miserias humanas de la Segunda Guerra Mundial, en tierra argentina, imparcial y exportadora de carnes y cereales a los Aliados, los hinchas vivieron en su apogeo en las cancahs de fútbol. River fue el intérprete de lujo con La Máquina, eterna máquina de fútbol lírico, cátedra del buen trato a la pelota. Sus vocalistas de oro conformaron el mejor quinteto ofensivo que se vio en estos pagos: Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau. Tanto f´putbol se tradujo en otros cuatro títulos: 1941, 1942 (ganado ante Boca en la Bombonera) 1945 y 1947. No hay que olvidar a Alfredo Di Stéfano (que es considerado el mejor futbolista de la historia, junto a Diego Maradona, Johan Cruyff y Pelé), clave en estos años.

Los 50´ fueron otro canto a la gloria. Con Amadeo Carrizo como guardián del arco, Néstor Pipo Rossi como dueño del mediocampo y en la delantera el Ángel del gol Labruna (con 292 goles el máximo artillero de la historia del club) junto al joven Enrique Omar Sívori (gracias a su venta a Italia se contruyó una nueva tribuna, que hoy lleva su nombre), la hegemonía riverplatense se tradujo con más vuletas: el bicampeonato 1952-1953 y el tricampoenato de 1955, 1956 y 1957 (en el 55´ fue con otra vuelta en La Boca). River era el dueño del país, prácticamente la Selección Nacional se conformaba de jugadores del equipo de Núñez.

Después del verano, el otoño y el invierno: tras el título del ´57 River no volvió a gritar campeón hasta 1975. 18 años de oscridad, en subcampeonatos y derrotas insólitas (como la final de la Copa Libertadores de 1966 ante Peñarol, que de ir ganado 2-0 se terminó perdiendo 4-2 y el mote de Gallinas por parte del resto). En esos añlos hubo jugadores excepcionales como Oscar Más, los hermanos Daniel y Ermingo Onega y el uruguayo Walter Gómez, que no pudieron coronar su talento con un campeonato.

Quién otro que Ángel Labruna, que tras 20 años de vestir la casaca Millonaria se puso el buzo de DT y con equipo brllante del cual sobresalían el joven Norberto Alonso, Roberto Perfumo, Reinaldo Merlo y Juan José López, puso fin a la malaria con el título del Metropolitano 1975.

El Rey recuperó su cetro y tras la Copa del Mundo en Argentina en 1978 (aportó cinco jugadores a la Albiceleste campeona del mundo: (Ubaldo Fillol, Leopoldo Luque, Daniel Passarella, Oscar Ortiz y Norberto Alonso), siguió con su sana costumbre: triampeón luego de conquistar el Metropolitano y Nacional de 1979 y Nacional 1980. Passarella, defensor capitán campeón del mundo con 99 goles en el Más Grande, se destacó junto a Ramón Díaz, un 9 de área letal.

Más vueltas en los 80´: Nacional 1981 y la Temporada 1985/86, en la primera etapa de Enzo Francescoli, el ruguayo que luego que convirtió en Príncipe. Y ya de la mano del Héctor Veira, River al fin pudo quebrar su maldición en Copas Internacionales: Copa Libertadores 1986 (venció a América de Cali en la final), la Intercontinental 1986 (1-0 a Steaua rumano en Tokio, con el cabezazo inmortal de Alzamendi) y la Interamericana 1987. El cielo y la cima del mundo, teñida de rojo y blanco.

En los 90´ se dio otra brillante demostración del Más Grande, con más y más campeonatos: Temporada 1989/90, Apertura 1991, 1993 y 1994 (entre Daniel Passarella y Américo Gallego) y en la segunda parte de la década, ya con Ramón Díaz en el banco, a anotar: Copa Libertadores 1996 (otra vez ante América de Cali), tricampeonato Apertura 1996, Clausura 1997 y Apertura 1997 y Supercopa 1997. Francescoli, Ariel Ortega, Marcelo Gallardo, el chileno Marcelo Salas, Berti, Leonardo Astrada, Germán Burgos, Ricardo Altamirano, Juan Pablo Sorín, Matías Almeyda y Marcelo Escudero fueron los exponentes en el campo de juego. Otra hazaña con el sello de la Banda.

Antes de cerrar la década hab´pia qe ganar el último campeonato del milenio, y así fue: con Javier Saviola, Pablo Aimar y el colobiano Juan Pablo Ángel como trío de ataque (y Ramón en el banco), River conquistó el Apertura 1999 y se ganó para siempre el mote de "Campeón del Siglo".

Del 2000 en adelante en Núñez se vivieron años de inestabilidad, pero las vitrinas continuarion llenándose: Clausura 2002, Clausura 2003, Clausura 2004 (con alas apariciones de Ortega, Andrés D´ Alessandro y Fernando Cavenaghi), luego el Clausura 2008 (Diego Simeone como DT y Diego Buonanotte, la figura estelar).

Más tarde, lo inexplicable, la desazón, la destrucción d eun imperio legendario: último lugar, papelones internacionales, planteles que no estuvieron a la altura de la camiseta, corrupción política (entre las gestiones presidenciales de José María Aguilar y Daniel Passarella) y la palabra más temida que se concretó un 26 de junio de 2011: Promoción perdida ante Belgrano de Córdoba, descenso, en el mismísimo Monumental, ante la mirada burlona de todos los hinchas de los demás equipos argentinos.

La travesía por la B Nacional fue muy dura, pero un año más tarde, con Matías Almeyda de DT, se logró al ansiado retorno a la A, cuyos entandartes fueron David Trezeguet, Cavenaghi y Alejandro Domíngez. "Traiciones" de por medio, Almeyda fue despedido del cargo y asumió un conocido de la casa, Ramón Díaz, con las promesas de recuperar la gloria perdida. La esperanza de millones de riverplatenses en un entrenador que supo llevar a River al Olimpo.

Un 2013 que arrancó con un 2° puesto y culminó con el 17° lugar, en medio de una crisis institucional a gran escala. Se fue Passarella. Asumió Rodolfo D´Onofrio. Y "River Vuelve a Ser River" como lema. River volvió a ser River el pasado 18 de mayo, tras el 5-0 a Quilmes que determinó el trigésimo quinto título en el Primera del club, el Torneo Final 2014. La Refundación. River volvió a ser River. El Antonio Vespucio Liberti, de fiesta. Las lágrimas de los ídolos que forman parte de la vida política del club, como Enzo, el Beto, Amadeo, el Burrito.

Hinchas en Buenos, Aires, Río Negro, Córdoba, Salta, Jujuy, las 23 provincias. En Colombia, Chile, México, Nueva York, España, Francia, Israel, Cina, hasta Nueva Zelanda, donde hay una filial.

35 torneos locales, 5 Copas Internacionales Oficiales y 6 No Oficiales (las Copas Aldao de los años 40´y 50´), 8 Copas Nacionales, una estrella amateur, 9° en el Ránking Histórico de Clubes de la FIFA, 17 millones de hinchas alrededor del mundo. Todo eso logró River en 113 años. De pasión, gloria, espera, sacrificio, angustia, dolor, deshogo y algarabía. Así se vive River. Y así será para siempre, por los siglos de los siglo, Amén.