Un equipo brillante. Una mentalidad ganadora. Cuatro años de trabajo, éxitos y una filosofía propuesta por un director técnico como Marcelo Bielsa, exitoso en el fútbol argentino y como formador de talentos. Sin embargo, nada de eso fue suficiente. Pero antes de explicar los llantos luego del partido ante Suecia en Japón hay que ir paso por paso.

Bielsa asumió al cargo a mediados de 1998, en reemplazo de Daniel Passarella, tras la eliminación en cuartos de final ante Holanda (1-2), en Francia ´98, el primer mundial post Diego Maradona. A partir de entonces, el ex DT de Newell´s comenzó a diagramar su esquema de juego basado en la presión, la contundencia ofensiva sin descuidar la solidez en la propia valla, predicando su famoso 3-4-3.

La Albiceleste mantuvo la misma base que fue a Francia, con la incorporación de Pablo Caballero en el arco (considerado un "diamante en bruto"), pero con más experiencia adquirida, preparados para afrontar la Eliminatorias de la Conmebol, donde solo Brasil aparecía como una amenaza, dado que venía de ser finalista en 1998.

Hay que tener en cuenta que se trataba de una eliminatoria que consta de tan solo de diez selecciones sudamericanas, todos contra todos y donde clasificaban los primeros cuatro de la tabla general (el quinto, a Repechaje). La gran contundencia de la Selección ante rivales débiles se tomó como parámetro para colocarla a la altura de las grandes potencias europeas, y finalmente no fue así.

El camino a Corea - Japón 2002 fue un desfile para la Argentina, rompiendo todos los récords: en 18 partidos, logró el primer puesto con 43 puntos (histórico), fruto de 13 victorias, 5 empates y un solo transpié (1-3 ante Brasil como visitante). La Albiceleste logró la mayor cantidad de victorias en una Eliminatoria y la mayor cantidad de goles (42 a favor; tan solo 15 en contra).

La campaña superó las expectativas. Un equipo sólido en todas las líneas: en defensa con el Ratón Ayala como abanderado, en el mediocampo la garra del Cholo Simeone y el liderazgo de la Brujita Verón. Arriba, la gambeta del Burrito Ortega y la presencia de dos ases del área, como Gabriel Batistuta y Hernán Crespo (goleador de las Eliminatorias con 9 tantos), aunque el Bati un escalón por encima.

Al primer Mundial del siglo XXI clasificaron Ecuador (2°, con 31 puntos), Brasil (con 30, muy cuestionado), Paraguay (30) y Uruguay (sumó 27 y obtuvo su pasaje en la repesca, ante Australia). De todo el continente, los medios locales e internacionales posicionaban al equipo argentino como serio candidato. Para muchos, los halagos generaron una presión que finalmente fue contraproducente.

En el sorteo, a diferencia del ´98 (donde tocaron tres equipos debutantes en Mundiales: Japón, Jamaica y Croacia), en el Grupo F la Selección estaba junto a Nigeria, Inglaterra y Suecia, dos rivales europeos fuertes, más un equipo africano que iba creciendo (en 1996 ganó la medalla de oro de los JJ.OO. de Atlanta). A pesar de ello, nada parecía interponerse para los de la casaca Celeste y Blanca.

La primera baja sensible fue la de Ayala, que se lesionó en el calentamiento previo al debut ante Nigeria. No obstante, los argentinos arrancaron con victoria (1-0, con el gol de Batistuta). Se trataba del elenco más débil del grupo, así que "se cumplió con los deberes".

Llegó el segundo compromiso, ante los ingleses, que quería revancha tras la eliminación en Francia (fue 2-2 y victoria 4-2 de los argentinos en los penales). sumado a lo que representa un enfrentamiento entre ambos luego del Mundial 1986 y la guerra de Malvinas. David Beckham, de penal, sentenció la derrota por 1-0, aunque la Argentina mereció llevarse más. De todos modos, ese fue un cachetazo de realidad, ya que fue un escollo que no se pudo superar y obligaba a los de Bielsa ganar sí o sí el último partido del grupo.

El tercer encuentro, ante el combinado sueco, era a todo o nada. A pesar de eso, Suecia abría el marcador, de tiro libre Anders Svensson. La desesperación se hizo presa del equipo  (se recuerda el famoso gesto de Verón, piciendo "calma" con el equipo perdiendo), que recién pudo igualar a dos minutos de los 90´, luego de que Crespo capturara el rebote del penal que Ortega malogró. El 1-1 no alcanzó. Fue el final del sueño de la tercera estrella. El epílogo de una generación. El adiós en primera ronda, cosa que no pasaba desde Suecia 1958. Como en aquella ocasión, el equipo no estuvo a la altura de las circunstancias y lo pagó muy caro.

Tras las lágrimas, el regreso ("cada uno por su lado") y el abucheo del mundo entero. Sin embargo, a pesar de ser considerado el mayor fracaso futbolístico de la Selección, Bielsa fue ratificado en el cargo. En 2004 ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas y después renunció, pero esa es otra historia. A 12 años de aquel 1-1, un equipo que prometía alegrías fue una frustración.