River Plate continúa apoderándose de los resultados. Eso, en definitiva, es lo que genera una cadena de confianza que se va generando a sí misma, guardándose para hacer su presencia cuando el contexto lo pida. El equipo arrancó con el despliegue, últimamente, particular y así supo lastimar. Pudo hacer crecer su firmeza pero en un momento recibió un golpe que lo desestabilizó. ¿O se desestabilizó y recibió un golpe?

Saber cómo hacer

El conjunto de Marcelo Gallardo firma fecha tras fecha su ideología futbolística y esa es la base para afrontar cada encuentro sin importar rival ni escenario. En esta ocasión quizás el resultado exprese, de alguna forma, disconformidad. No. No se hace referencia a la ambición sino a la tendencia de no pasar sobresaltos. La estética de este equipo está en cómo se impone de mitad hacia adelante.

El "Millonario", cuando se adelantó con dos pasos en el marcador, dio la sensación de que liquidaba el partido en el primer capítulo. Mostró su habitual poder ofensivo, las asociaciones en el frente de ataque, el triángulo peligroso entre Pisculichi, Mora y Gutiérrez, las proyecciones de los laterales y las participaciones de Sánchez y Rojas como posibles pasadores por dentro y lanzadores por fuera, colaborando en el repliegue. Todo dejaba expuestas las falencias del rival y realzaba el propio nivel.

Dudar a pesar de todo

Quizás la confianza sea una compañera y una enemiga al mismo tiempo. Es que al pensar ya en cómo será el tercer gol nadie imagina cómo puede ser tener la obligación de hacerlo. Cuando el "Rojo" descontó, hizo temblar el marcador. River no estaba firme ya. No era el mismo del primer tiempo y esa confianza, como se dijo, pasó para el otro bando.

En ese instante de incertidumbre, donde las piernas sentían la relajación de poder protagonizar una goleada se vieron forzadas a exigirse. A trabajar más de lo planeado para que nada se escapara. El tridente de ataque se apagaba o era intermitente. Los laterales dejaron de desgastar sus vías. El medio del campo sentía la necesidad de agruparse aún más y todo cambió... Aunque por un momento.

Ahí se manifestó la disconformidad previamente mencionada. Pero la propia defensa rival se encargó de encender un foco para que River despertara. Y fue Teo quien captó el error, inesperado para cualquiera, entre Tula y Rodríguez, aprovechando la colaboración pero dejando en claro también que estaba dispuesto a reaparecer. A reconfirmar la actuación no solamente dentro del campo sino a lo largo del torneo.

Imponerse

Ese gol devolvió la confianza, esa que se ausentó antes y pasó del otro lado, imitando ser un llamado de atención y que, casi extrañando el contexto, decidió retornar. River comenzó a ramificar, nuevamente, peligro y se impuso ante la adversidad. La confianza volvió a su cuerpo, eso lo llenó. El golazo de Mora para sellar el marcador fue el claro ejemplo. Mientras se pensaba a quién sustituir en ataque para darle otro oxígeno a los avances se pasó a suponer un cambio para absorber aplausos.

River arrancó y terminó de la mejor manera. La diferencia no permitirá ver con claridad que hubo un tropiezo porque fue la confianza que lo anuló. Un gol en el momento exacto fue clave para retomar de manera correcta lo que se estaba haciendo y que quién sabe fue interrumpido por un instante para generar incertidumbre. Ante la duda, la confianza.