"Podemos cambiar de estilo mientras ganemos", declaraba Joan Manuel Serrat en alusión al Barcelona dirigido por Gerardo Martino. Un ´Tata’ que jamás negoció el protagonismo de la pelota, y por valorar siempre el modo de hacer las cosas dentro del campo por sobre la diferencia en el marcador, es que se marchó del cuadro de Catalunya por la puerta de adelante. 

Desde su llegada al conjunto blaugrana, el hoy técnico de la Selección Argentina siempre mantuvo un perfil bajo fuera de las canchas, con un diálogo medido para con la prensa. Pero esa sensación de tranquilidad que aparentaba, solo se sostenía fuera de los límites del terreno de juego, porque adentro era un digno alumno de Marcelo Bielsa

Enérgico y muy activo en todo momento, siempre con la imperiosa necesidad de que sus dirigidos estén atentos a cada indicación. Ese estilo bielsista que adquirió como jugador en Newell’s, el club que lo vio nacer, es el que hoy mismo pregona y el motivo por el que el entrenador deja su sello en cada institución. 

Martino busca en cada partido implementar esa forma de juego que le dio su primer título como técnico en 2013 en su vuelta al cuadro rojinegro. Porque siempre se vuelve al primer amor. Ese Torneo Final que evidenció el modelo pretendido por el ´Tata’, un patrón de juego basado en el buen trato de la pelota, fue el gran promotor para que el elenco catalán le abriese las puertas a convertirse en el cuarto técnico argentino en dirigir al culé, y ser hoy el abanderado del seleccionado albiceleste camino a Rusia 2018. 

Su paso por el Barcelona quizás no fue el mejor, en un fútbol en el que los resultados más que nunca son los que mandan. La presión que exigió sentarse en el banco de dicho club luego de la salida de Pep Guardiola y la no obtención de títulos pudo más que la cosecha de un subcampeonato. 

Pero Martino jamás perdió sus principios, aun estando lejos de su Rosario natal, tierra en donde supo conocer la gloria. Y es que como dice Serrat en su tema "La vida es todo ir", ser hombre es seguir y un ideal perseguir. Y vaya si Gerardo Martino lo hace.