Otra historia Superclásica. Corría el año 1987. River venía de ganar la temporada y ser campeón de América y el Mundo el año pasado, y ya sin el Bambino Veira dirigiendo, estaba al mando Timoteo Griguol (bajo su dirección técnica River ganó la Copa Interamericana de 1987 ante Alajuelense de Costa Rica).

El 22 de noviembre de 1987, por la 15° fecha de la temporada 1987/88 de Primera División, una nueva edición del Superclásico entre los dos equipos más grandes de la Argentina en el Antonio Vespucio Liberti. Todavía estaba el recuerdo en el Xeneize del histórico 2-0 en la Bombonera (el día de la pelota Naranja de Beto Alonso), y además porque desde el Metropolitano 1983 no vencía a River en su casa.

Fue un partido de los más memorables de la historia de los Súper. A los cuatro minutos de juego, Omar Palma (quien había heredado la 10 de un tal Enzo Francescoli) tuvo la chance de poner en ventaja al Millonario de penal, pero su disparo se fue por las nubes. Y Boca, mucho más concentrado, no perdonó: Jorge Rinaldi aprovechó y decretó el primer tanto del encuentro al final del primer tiempo.

En el complemento, el Xeneize continuó con la voracidad necesaria en este tipo de partidos y apareció otra vez Rinaldi para aumentar a dos la diferencia en el marcador. Se vislumbraba una goleada del visitante, ante un Monumental expectante.

Pero River es River, y no se iba a entregar fácilmente, y menos en su casa ante su archirrival. Es así que Jorge Da Silva empalmó de cabeza un centro perfecto de Gordillo para vencer la valla de Genaro. La Banda descontaba y creía en la remontada. Es así que tan solo instantes después Ernesto Corti puso el empate, tras una gran maniobra entre él y el histórico Tony Alzamendi.

El Millo intentó por todas las vías el tercer gol y lo consiguió a los 42 minutos de la segunda etapa, en una combinación excelente entre Pedro Troglio (hoy DT de Gimasia), Claudio Morresi, Da Silva y quien definió, Omar Palma, que tuvo su gran revancha por el penal malogrado. River pasó al frente 3-2. Pero faltaba lo más importante, lo que le dio un valor agregado a la remontada heroica.

En tiempo de recupero, el árbitro Juan Carlos Lousteau sancionó penal para Boca. Faltaban segundos para que el partido culminase. Tanto esfuerzo podía irse por la borda. Tomó la pelota Jorge Comas, quien quiso arruinar la fiesta en el Monumental. Pero no pudo. Su remate fue lejísimo de Nery Pumpido y así terminó el clásico, ganando River 3-2 y amargando una vez más a su par de La Boca.

El dato curioso es que por torneos locales, desde entonces que River no da vuelta un Superclásico. Pasaron 27 años, y en las gloriosas páginas riverplatenses ese recuerdo quedó guardado para siempre.

El momento cúlmine: Comas tirando al cielo el penal.

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