Para uno era el partido a ganar y dar el presente en la lucha grande. Para el otro era la oportunidad de levantar cabeza tras un duro golpe de nocaut. Esas eran las motivaciones con las que contaban Lanús y Boca Juniors, respectivamente, para obtener las tres unidades hoy. Pero repartieron porotos y ninguno quedó conforme.

Ni bien comenzó el partido, el Granate quiso asustar a los hinchas de Racing y de River, porque Lautaro Acosta logró capturar un pase de Silvio Romero que tenía como destino a Santiago Silva, supo ganarle la posición a Leandro Marín y definió muy bien ante la salida de Agustín Orión. Desde el vestuario, el local ganaba 1-0 y se prendía en el torneo.

Boca no tuvo reacción. Apenas frágiles intentos, que si bien no eran faltos de voluntad, eran sí carentes de precisión. Dominaba la pelota pero no podía penetrar el muro violeta que plantó el dueño de casa en su campo. Los dirigidos por Guillermo Barros Schelotto estaban atentos para aprovechar la tibieza que el Xeneize tenía con la pelota en los pies y así avanzar vertical y rápidamente hacia el arco rival. En cada contra de Lanús, era fácil imaginarse la pelota besando la red del lado de adentro.

Y así sucedió. Pase aéreo a Silvio Romero, desborde del mediocampista, centro atrás y remate cruzado de Lautaro Acosta. Nuevamente Lautaro Acosta. Al exjugador azul y oro no le tembló el pulso para colocar el 2-0, meter a su equipo en la disputa por el campeonato y terminar de hundir a un Boca que ya estaba en la lona y había escupido el bucal.

Pero no siempre gana el que pega primero. Tampoco alcanza con pegar dos veces. Lanús se recreó en la ventaja, en su parcial posición en la tabla y ya se encontraba pensando en la siguiente fecha, la definitiva. Y a un Boca golpeado, no hay que darle oxígeno.

Luego de desperdiciar claras ocasiones para convertir el resultado en goleada, el Granate dejó de preocuparse por lo que pudiera hacer el club de la Ribera, que no demostraba ser un peligro. Pero le permitió la resurrección. Emanuel Insúa destrozó el arco de Agustín Marchesin y le puso suspenso a la película que tenía lugar en La Fortaleza, repleta de hinchas que empezaron a comerse las uñas. Los más pesimistas creyeron que el campeonato se les escapaba esta noche.

Si bien Lanús volvió a apretar, después le faltó precisión. Cuando no fue el palo, fue Orión. Cuando no fue Orión, fue la falta de puntería. Le siguió dando vida a Boca, quien, ya con diez hombres por la expulsión de su goleador inesperado, obtuvo el segundo a falta de tres minutos para el tiempo reglamentario. La fórmula ganadora fue el pase de Luciano Acosta a Jonathan Calleri. El exdelantero de All Boys dirigió la pelota con su mirada hacia el interior del arco de Lanús.

Las caras incrédulas del público granate se adueñaron de la escena. Aquellos pesimistas se lamentaban por tener la razón. Boca había dejado afuera del campeonato a Lanús.