"El fútbol argentino ya no es lo que era antes". "Qué raro, empataron 0-0". "Me aburrí mirando el partido y puse el canal de moda". "Y dale con el pelotazo, ¿qué les cuesta salir jugando?". "Mirá, hicieron cinco pases seguidos". "Saque si quiere ganar". "Tienen que echarlo al técnico". "No podemos mantener a los pibes nuevos porque no hay plata". "Ahora que Brasil es una potencia económica, compra a los mejores jugadores y gana todas las copas". "En estos tiempos, los grandes se van a B". "Hace más de 25 años que no ganamos un Mundial, 25 años". "No puede ser que nunca pasemos cuartos de final".

Es raro que alguien se jacte de no haber escuchado alguna de estas frases, ya sea en la cancha, en un bar, en la calle o en una ronda de mates.

Por otro lado, grupos de personas, que observan el lado rosa de la vida, contrarrestaban estas expresiones con argumentos que tenían como bandera la "emoción" y el "misterio" que "sólo da fútbol argentino". Cinco equipos con La "emoción" y el "misterio" que "sólo da el fútbol argentino" chances de ser campeón en la última fecha era motivo de orgullo. Que la misma cantidad pelee por no descender, también. Ni hablar que no se podía descartar a nadie de la lucha por el título, porque siempre estaba la posibilidad de que dos victorias seguidas catapultaran a un conjunto, desde la sombra y la miseria, hacia el camino a la gloria.

Lo cierto es que estos fetichistas de la calculadora sólo tenían orgasmos matemáticos, porque cuando llegaba el domingo, la charla de la semana dejaba de ser importante. Ya no eran noticiosas todas las posibilidades y combinaciones de resultados que podían darse. Era hora de que la pelota ruede en el verde césped y, en el momento de la verdad, se aburrían tanto como los sus enemigos pesimistas. Tanto como la mayoría.

La patada, un símbolo del fútbol argentino; en este caso, Braghieri a Ronaldinho. F: TN

En el fútbol se busca ganar y gana quien hace más goles. El camino más lógico es intentar convertir la mayor cantidad posible, ser ofensivo. Pero ser defensivo y tratar de no recibirlos tampoco está mal; puede ser una vía menos probable para llegar a la victoria, pero totalmente válida. El problema surge cuando, ni con una ni otra opción, se logra el objetivo, ganar.

En Argentina, hace tiempo se dejó de jugar lindo y se siguió ganando un rato. Después, se jugó feo y sólo se vieron ganadores en la competencia interna. Ni los clubes ni la selección nacional pudieron continuar por la senda del triunfo.

Con la creciente colección de decepciones, la tristeza se adueñó de las reflexiones de fútbol. Aquella minoría sonriente empezó a ser cada vez más minoría, porque antes, los resultados acompañaban a la antiestética, pero luego le soltaron la mano y sólo quedó esta junto al amor incondicional de quienes miran los partidos, ya sea amor a una camiseta en particular o amor al fútbol en sí mismo. Solo el sentimiento justificaba cumplir lo que, ahora, era una obligación moral. Un sacrificio.

Sin embargo, este 2014 fue diferente. En la primera mitad del año, llegaron los resultados positivos, que se reconciliaron con la Argentina. A partir de ahí, se empezó a romper el maleficio. Pero las nuevas victorias -necesarias victorias- parecían ser más una casualidad o un producto caprichoso del destino. Nada más. Luego, en la segunda parte del calendario, vinieron acompañadas de aquello que piden los catadores de champagne. Dinamismo. Vértigo. Estética.

Fútbol, fútbol.

Será el tiempo el que dictamine, en las próximas temporadas, si un cambio se está gestando en las entrañas del fútbol argentino o no, y cuánto hay de causalidad en esta mejoría, que, si bien es evidente, no es una certeza para lo que viene.

Hubo cinco acontecimientos o factores que demuestran la tendencia ganadora del 2014. Cinco posibles desencadenantes para que aquel pesimismo típico del último tiempo comience a extinguirse.

1. La hazaña azulgrana

Tras cinco largos años en que la Copa Libertadores era pasada de mano carioca en mano carioca, finalmente volvió a ser propiedad del suelo argentino. El encargado no fue Boca, ni Independiente, ni River, ni Estudiantes, ni algún otro club a los que se denominan "coperos". Fue nada menos que San Lorenzo de Almagro el responsable de recuperar la gloria, el único grande que no podía presumirla en sus vitrinas.

Este equipo fue el ícono del pesimismo que reinaba las reflexiones del fútbol. Entró a la Copa Libertadores a fines del año pasado tras haberse adjudicado el Torneo Inicial 2013 con 33 unidades, las que le dieron el récord negativo de ser el campeón con menos puntos de toda la historia. Ganó porque fue el menos peor de todos los equipos, lo que habla del nivel de sus competidores.

En el máximo certamen continental, cuando parecía que quedaba eliminado, pasó la fase de grupos sin que le sobre absolutamente nada: derrotó 3-0 a Botafogo y fue beneficiado por la victoria 5-4 de Independiente del Valle sobre Unión Española. Luego superó por penales a Gremio, le ganó con lo justo a Cruzeiro, humilló a Bolívar y, en la final, venció dramáticamente al humilde Nacional de Paraguay, gracias a un penal infantil que cometió un defensor rival.

Estos fueron los números del San Lorenzo campeón de América, en comparación con los últimos tres ganadores de la Libertadores y los últimos dos argentinos.

Equipo y edición que ganó Puntos PG PE PP GF GC DF
San Lorenzo (2014) 22 6 4
4
16 9 +7
Atlético Mineiro (2013) 29 9 2 3 29 17 +12
Corinthians (2012) 30 8 6 0 22 4 +18
Santos (2011) 27 7 6 1 20 13 +7
Estuadiantes de La Plata (2009) 29 9 3 2 19 6 +13
Boca Juniors (2007) 26 8 2 4 27 12 +15

De esta manera el Ciclón le devolvió la gloria al fútbol argentino. No brilló, no se lució y no será recordado como un gran campeón. Lo cierto es que ganó, y, teniendo en cuenta que desde 2010 el trofeo era levantado por brasileños, no significa poco. Sin destacarse, pero con un buen resultado, San Lorenzo dio el primer paso para derrocar el reino del pesimismo. Argentina volvió a tener un campeón de América.

2. La selección, de vuelta en donde hace mucho no estaba

Argentina finalista del Mundial Brasil 2014. Foto: Hola (MEX)

Llegaba el Mundial de Brasil 2014 y Argentina estaba situada detrás de grandes candidatos como el poderoso anfitrión, la máquina alemana o el campeón defensor, quien cuatro años después, seguía dando cátedra de buen juego.

Individualmente, contaba con la mejor delantera del mundo, que en un momento de inspiración, podía meter goles de la nada misma. Pero la defensa era el mayor de los miedos: sin grandes figuras y sin entendimiento ni coordinación propia de quienes se conocen bien, era difícil que el conjunto dirigido por Alejandro Sabella pudiera llegar muy lejos, a pesar de contar con el mejor jugador del planeta, Lionel Messi.

Además, este equipo cargaba con una mochila rebalsada de fracasos ajenos. Argentina cargaba con una mochila rebalsada de fracasos ajenosDesde Italia '90, nunca más Argentina había llegado a momentos decisivos en una Copa del Mundo. Ni siquiera había podido superar los cuartos de final, a pesar de siempre generar mucha expectativa. Fue el doping de Maradona en el '94, el cabezazo de Ortega en el '98, la vuelta en primera ronda con el fútbol espectacular que proponía Bielsa en el 2002, el papelito de Lehmann en el 2006 y el papelón en Sudáfrica 2010.

Hasta cuartos de final, la Albiceleste no demostró ser una fuerte aspirante al título. Ganó todos sus partidos por un gol y, la mitad de ellos, sobre el final. Pero luego superó a una fuerte y ofensiva selección belga y a la Holanda que le había ganado 5-1 a España. Finalmente, tuvo en jaque durante 113 minutos a la Alemania que humilló a Brasil en su propia casa al meterle siete goles.

El sabor fue amargo porque Argentina perdió sobre la hora en la final contra el mejor equipo del mundo, tras haber sido superior en el trámite del encuentro y haber sido perjudicada por los fallos del árbitro, Nicola Rizzoli, quien promediando el segundo tiempo, no vio una clara falta de Manuel Neuer a Gonzalo Higuaín, que debió ser sancionada con penal y expulsión.

Desde el juego, fue destacable la actuación de la defensa, que rompió el récord argentino con la mayor cantidad de tiempo sin recibir tantos en un Mundial. Entre los 47´ del partido ante Nigeria en la primera ronda y los 113´ de la final, Sergio Romero nunca debió ir a buscar la pelota adentro del arco, lo que significan 456 minutos con la valla invicta.

Como contrapartida, el elenco nacional, salvo ante Bosnia y ante Nigeria, nunca hizo más de un gol. Además, su última anotación del Mundial fue a los 9´ del partido de cuartos de final. Por su parte, Messi no jugó bien ni la final ni la semifinal. Así y todo, por pequeñísimos detalles, Argentina casi logra su tercer campeonato del mundo sin haber convertido durante los últimos 301 minutos.

Al igual que la consagración de San Lorenzo en la Copa Libertadores, el resultado estuvo antes que el juego vistoso. Pero, con 24 años de vacío en esta materia, no es un logro menor. Además, durante el certamen, la euforia de la gente fue en aumento. La ilusión de alzar la Copa en el Maracaná iba creciendo y, tras muchísimo tiempo, el pueblo argentino volvió a sentirse identificado y orgulloso de su selección de fútbol.

3. El semestre del espectáculo

Hasta aquí, los resultados habían vuelto a sonreírle al fútbol argentino, pero aún estaba en deuda el juego bonito. Ahora, era el momento de que disfruten los poseedores de paladar negro.

Tras el Mundial, arrancó el Torneo de Transición, el último campeonato de 19 fechas, el cual tuvo la particularidad de que no hubo descensos. Las urgencias para no bajar de categoría desaparecieron y, sin tener en donde caer, la preocupación de los equipos era ver que tan alto podían llegar.

El River de Marcelo Gallardo fue el máximo exponente que contagió el estilo que caracterizó al torneo: presión asfixiante y tratar la pelota con cariño cuando la recuperaba. Boca, Independiente y, en menor medida, Racing, Laterales con proyección, volantes atrevidos, la constante búsqueda de desbordes y la apuesta a la tenencia fueron factores comunes que tuvieron estos equipospregonaron esta idea y trataron de jugar por el césped, no por el viento. Un San Lorenzo que tenía la cabeza puesta en el Mundial de Clubes, de vez en cuando, se acordó de que es el campeón de América y tuvo partidos de alto vuelo. Equipos como Vélez y Newell´s, si bien no pudieron estar en los puestos de vanguardia, mantuvieron su línea ofensiva y de proponer siempre. Lanús también lo hizo y sí pudo pelear el campeonato. Banfield mostró el juego vistoso y entretenido que tenía en la B Nacional, aunque la ineficacia fue su fiel compañera durante todo el torneo y terminó casi en el fondo de la tabla. Godoy Cruz también apostó a buscar el arco contrario y, a pesar de haber finalizado en el puesto 16, fue el segundo equipo que más goles hizo en todo el torneo, 31.

Foto: Télam

Este campeonato fue en el que más tantos se hicieron de los últimos 16. Con 491 anotaciones, está por debajo de las 504 que hubo en el Torneo Apertura 2006, cuando Estudiantes salió campeón al vencer 2-1 en el desempate a Boca. Esta es la lista de los certámenes con su correspondiente cantidad de conversiones:

Torneo Cantidad de goles Equipo campeón Puntos del campeón GF GC DF
Transición 2014 491 Racing Club 41 30 16 14
Final 2014 400 River Plate 37 28 15 13
Inicial 2013 409 San Lorenzo 33 29 17 12
Final 2013 435 Newell´s Old Boys 38 40 21 19
Inicial 2012 418 Vélez Sarsfield 41 31 12 19
Clausura 2012 439 Arsenal de Sarandí 38 30 15 15
Apertura 2011 376 Boca Juniors 43 25 6 19
Clausura 2011 459 Vélez Sarsfield 39 36 17 19
Apertura 2010 421 Estudiantes de La Plata 45 32 8 24
Clausura 2010 449 Argentinos Juniors 41 35 23 12
Apertura 2009 463 Banfield 41 25 11 14
Clausura 2009 455 Vélez Sarsfield 40 29 13 16
Apertura 2008 470 Boca Juniors 39 33 21 12
Clausura 2008 483 River Plate 43 29 13 16
Apertura 2007 485 Lanús 38 34 21 13
Clausura 2007 478 San Lorenzo 45 34 17 17

4. La Gallardeta Mecánica

El River de Gallardo, campeón de la Copa Sudamericana 2014. Foto: Télam

El River de Ramón Díaz fue campeón del Torneo Final 2014 y el último rey de la dinastía del pesimismo. Discreto y sin gustar, fue mejor que el resto y se alzó con el trofeo. Pero, tras la salida del técnico más ganador de la institución, un Marcelo Gallardo con poca experiencia tomó el mando del plantel y fue el abanderado del cambio en el semestre del espectáculo.

El Muñeco le dio rebeldía a su equipo, atrevimiento, dinámica, toque de primera, desborde, presencia en las bandas, presencia en el medio y achique de una defensa adelantada. Pero además, el Millonario supo utilizar la pelota parada, con un gran ejecutante como Leonardo Pisculichi y cabeceadores como Ramiro Funes Mori, Gabriel Mercado, Rodrigo Mora, Jonathan Maidana, Germán Pezzella cuando entraba, entre otros. También fue un equipo áspero cuando lo requerían las circunstancias y que no sólo jugaba, sino que corría, presionaba, metía. Todo. La prensa llamó a este River "La Gallardeta Mecánica".

El equipo sensación del país fue quien más goles convirtió en el Torneo de Transición, 34, de los cuales 22 fueron en las primeras diez fechas. Hasta la jornada N°14 estuvo invicto y hasta la 17, líder del campeonato. Ganaba, gustaba y goleaba. Simultáneamente jugó la Copa Sudamericana, en la cual eliminó a Godoy Cruz, Libertad de Paraguay y Estudiantes de La Plata, antes de enfrentar a Boca, el rival de toda la vida.

En las semifinales del torneo internacional, tal como ocurrió diez años atrás en la

Libertadores, Boca y River dirimían el pase a una final. Pero esta vez, La Banda acabaría sonriendo y haciendo historia: 0-0 en La Bombonera y 1-0 en El Monumental. River volvía a una cita decisiva luego de 11 años y tenía la chance de ganar su primera Sudamericana.

El rival era Atlético Nacional de Medellín. En Colombia, empataron 1-1, en lo que fue un justo desenlace. En Nuñez, el local ganó con autoridad por 2-0 y se adjudicó la Copa Sudamericana sin haber perdido partido alguno. Todo le salió redondo a River, o casi todo, porque entre medio de los dos Superclásicos, debía enfrentar a Racing, su perseguidor en el campeonato local. Con mayoría de suplentes, el Millonario perdió, cedió la punta y luego la Academia festejó un ansiado título. Pero nadie le quita lo bailado al cuadro millonario, que festejó en el primer semestre con el Torneo Final y despidió el año con la Copa Sudamericana.

Esta consagración significó, además, el tercer título internacional al hilo para los clubes argentinos, ya que la Sudamericana 2013 la había ganado Lanús y la Libertadores de este año, San Lorenzo. También implica que la Recopa Sudamericana 2015 estará en manos argentinas, ya que cuervos y millonarios se disputarán el trofeo. Las dos copas más importantes del 2014 fueron a parar a territorio argentino.

5. La reivindicación de los grandes

Vélez Sarsfield, Newell´s Old Boys, Estudiantes de La Plata, Arsenal de Sarandí, Lanús. Son algunos de los equipos que dominaron el último lapso del fútbol argentino. Mientras tanto, Boca, River, Independiente, Racing y San Lorenzo, dormían la siesta.

Los cinco grandes del fútbol argentino atravesaron épocas de decadencia durante los últimos años, y en algunos casos, extrema. Pero luego de tiempos de vacas flacas, en los cuales algunos tocaron fondo, nada les salía bien, la suerte les dio la espalda y parecía que una fuerza mayor y sobrenatural estaba encaprichada en perjudicarlos; floreció una primavera de éxitos.

River fue el caso más emblemático, ya que resurgió de las mismísimas cenizas y se reencontró con la gloria en este 2014. Volvió a ser campeón luego de 6 largos años -de los cuales, uno lo pasó en la B Nacional- y ganó una copa tras 17 temporadas de sequía. Además, se tomó revancha de Boca en duelos a eliminación directa por certámenes continentales.

A mediados del año, Independiente retornó de su primer paso por la Segunda División. Había necesitado de un partido de desempate con Huracán para conseguir el último boleto a Primera y, en la segunda rueda del certamen, fue uno de los conjuntos que menos puntos hizo. Sin embargo, cuando ascendió, Hugo Moyano, líder de la CGT, ganó las elecciones para presidente del club luego de que Javier Cantero haya renunciado a su cargo. También hubo cambio de técnico: Jorge Almirón, quien venía de hacer un gran trabajo en un Godoy Cruz ofensivo, reemplazó a Omar De Felippe, gran responsable de la vuelta a la máxima categoría.

F: Olé

En medio de ese contexto turbulento, el Rojo de Avellaneda incursionó nuevamente en la Primera División y superó las expectativas. Desplegó un juego de ataque y posesión, además de contar con Federico Mancuello, quien fue una de las figuras del campeonato y el mejor jugador del equipo. Finalizó cuarto en el Torneo de Transición y hasta la fecha 17, tras perder con Boca, era un serio aspirante al título. Junto a Godoy Cruz, fue el segundo equipo que más goles convirtió, sólo por detrás de River.

Por su parte, el siempre sufrido Racing venía de acumular decepciones año tras año. Luego de aquel título en 2001, pasaron 13 inviernos en los cuales la Academia coqueteó con el infierno, ya que peleó contra el promedio gran parte de ese tiempo. En 2008 se salvó del tan temido descenso tras ganar la promoción y luego invirtió mucho dinero en planteles de jerarquía que no cumplían las expectativas. Las esperanzas de volver a ser campeón siempre eran asesinadas por la falta de resultados.

Este año se quebró la mala racha. Diego Cocca, quien ascendió con Defensa y Justicia, venía a dirigir a un Racing que había sido anteúltimo. A él se sumó la vuelta de Diego Milito desde el fútbol europeo. Tras la goleada 0-4 con Tigre y la derrota ante Independiente, la Academia quedó lejos de los puestos de vanguardia. "Prefiero perder el clásico y ganar el campeonato", había dicho el DT antes del partido contra su enemigo de Avellaneda. Sin embargo, luego repuntó y aprovechó la distracción del River de Gallardo en la Copa Sudamericana para alzar un valioso título.

F: Télam

Luego de esos conjuntos, San Lorenzo fue quien peor la pasó, ya que estuvo en las puertas del abismo cuando en 2012 jugó la tan temida promoción para no perder la categoría. Luego de aquel episodio, su levantada fue evidente, pero tocó techo este año con la obtención de la tan ansiada Libertadores y con el digno papel ante Real Madrid en la final del mundo. Además, con el proceso de la vuelta a Boedo, el Ciclón está en uno de los mejores momentos de toda su historia.

Boca fue la excepción a esta regla, pero tampoco había pasado por momentos tan adversos en el último tiempo como los demás equipos grandes y sí terminó con una notoria mejoría que le brinda luces de esperanza para lo que viene.

F: Clarín

Tras un año y medio con Carlos Bianchi en el banco de suplentes sin ganar títulos ni encontrar una regularidad que le permita soñar con algo, el Virrey fue despedido del club de la Ribera en el comienzo del Torneo de Transición y el Xeneize no encontraba rumbo alguno para mejorar su juego. Las derrotas -algunas humillantes- de este nuevo Boca de Bianchi habían rebalsado el vaso de paciencia de la dirigencia.

En su reemplazo, llegó un conocido de la casa, Rofolfo Arruabarrena, y la entidad azul y oro levantó cabeza. Lució un juego vistoso por momentos y con una alta efectividad. Arrancó tarde a jugar el campeonato y aún así, le descontó muchos puntos al River de Gallardo que dominaba el torneo y finalizó quinto, algo inesperado luego de las primeras fechas. Además, puso todas sus fichas en la Copa Sudamericana y fue eliminado por el posterior campeón en una serie muy cerrada y con polémica.

De esta manera, los cinco grandes terminaron bien el año: Racing campeón, River subcampeón y ganador de la Sudamericana, Independiente cuarto, Boca quinto y San Lorenzo subcampeón del Mundial de Clubes.


Primero fueron resultados sin estética. Luego, vino el fútbol champagne. Los grandes volvieron a imponer condiciones. San Lorenzo ganó la Libertadores y fue subcampeón del Mundial de Clubes. River ganó la Copa Sudamericana. La selección obtuvo el segundo puesto en el Mundial de Brasil. En comparación con los último años, fue un 2014 lleno de resultados y espectáculo. Si se trató de una serie de coincidencias o de una profunda modificación en el nivel del fútbol argentino, todavía es algo incierto y el tiempo se encargará de develar el misterio. La única certeza es que el pesimismo típico que se había apoderado del fútbol, se tomó unas vacaciones por lapso indeterminado.
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Sobre el autor
Federico Menteguiaga
Argentino | 18 años | Periodismo Deportivo en Deportea | Redactor de Boca Juniors y Tenis | Coordinador de Más Deportes y Vóley -vivir riendo y creando sonrisas-