El segundo semestre del año renovó todas las esperanzas e ilusiones del público de Independiente que venía de vivir su peor pesadilla en la B Nacional. Un nuevo presidente a cargo del club, un nuevo entrenador y algunas incorporaciones generaban en el hincha la sensación de que algo bueno podría pasar. Pero la irregularidad y los malos resultados le impidieron a Jorge Almirón y compañía gritar el ansiado título.

Todo se potenció en la primera fecha en la que el Rojo, jugando como local goleaba 3 a 0 a Atlético de Rafaela mostrando varios puntos altos. Sin embargo, el continuar del campeonato daría una muestra de lo que le esperaba al conjunto de Avellaneda, muchos cambios de esquemas y nombres no dieron resultado y dos golpes duros fueron recibidos como consecuencias de esto, 0-1  ante Estudiantes en La Plata y 0-4 ante Veléz en el Libertadores de América. 

A partir de allí comenzaría nuevamente a crecer una ilusión en base a los resultados, primero al viajar a Bahia Blanca y en un choque muy duro el Rey De Copas logró sobre la hora llevarse la victoria por 2 a 1 frente a Olimpo. Así se llegaba de cara al clásico, nadie en ese momento imaginaba que enfrente estaría quien terminaría dando la vuelta olimpica, pero lo cierto es que luego de comenzar en desventaja con mucha personalidad y fútbol el clásico quedó para Independiente tras vencer 2 a 1 como local a Racing. A está racha se le sumarían los triunfos ante Banfield (1 a 0) y ante Quilmes (5-3) para darle un verdadero espaldarazo al sueño de los hinchas.

Por su parte, desde ese momento volvería a quedar en claro que lo del Rojo no iba a ser constante en el campeonato, los cambios de esquemas se repetían, la entrada y salida de varios futbolistas, y esa sensación de que se veía un conjunto ciclotímíco se volvieron una moneda corriente. Así también lo reflejaron los resultados. 1-4 ante River, 2-0 recibiendo a Rosario Central, más tarde un empate 2-2 ante Godoy Cruz sobre la hora y 1 a 1 como local ante Defensa y Justicia ponían en evidencia esa sensación de incertidumbre.

A todo esto, Federico Mancuello se levantaba como la bandera de los hinchas y del equipo, capitán, figura y goleador de un jugador que fecha a fecha le brindaba mayores chances de soñar a su público. Sin embargo, el volante formado en las inferiores del club no pudo cambiar la ecuación para poder dar la vuelta y la irregularidad continuo su camino en los corazones rojos que atravesaban la ilusión y la desilusión semana a semana. 2 a 1 visitando a San Lorenzo y 3 a 1 recibiendo a Tigre catapultaban al equipo, pero tanto como subía, volvía a desplomarse, 0-1 como local ante Gimnasia y empate 1 a 1 contra Arsenal en Sarandí comenzaban a presagiar un difícil desenlace de cara al final.

En la recta final las cartas en la baraja de Independiente no cambiaron y el destino fue el que la marea roja no deseaba. Victoria 4 a 1 ante Lanús para ilusionarse, pero luego la impotencia al caer con muchos errores individuales 1-3 ante Boca. Casi como un manotazo de ahogado llegaba el triunfo en la despedida del Libertadores de América 1 a 0 frente a Newells, con lo que pudo clasificar a la Copa Sudamericana 2015. Irónicamente ni en la última fecha consiguío obtener la ansiada regularidad y cayó goleado 4 a 0 visitando a Belgrano.

Así se resume el segundo semestre del Rey De Copas, en donde su suerte se vio sujeta a una serie de cambios futbolísticos y desaciertos que lo privaron de llegar a lo más alto. La vara quedó muy alta para el 2015, en donde el conjunto de Almirón participará de tres competencias y donde deberá hacerse con al menos una de ellas para saciar el hambre de sus hinchas que no gritan campeón desde la Copa Sudamericana 2010 y por torneo local desde el Apertura 2002. Mucho tiempo como para seguir sin animarse a ser campeón.

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