No muchos jugadores en la historia del Club Atlético Independiente pueden decir que cambiaron insultos categoricos -con salida a préstamo de por medio-, por ovaciones, capitanía y proyección a ser considerado un ídolo. Esta es la historia de Federico Mancuello, quién luego de su salida a Belgrano tras una situación muy dura con los hinchas del Rojo, volvió para ser el abanderado de la gente tanto en el ascenso a Primera como en el Torneo de Transición.

Cada vez que convierte un gol, Mancu se besa el escudo, ese que lleva como cada uno de los hinchas que sienten con el corazón amor por el Rey De Copas. Desde el primer hasta el último festejo comenzó con un beso al escudo. Es que lo hecho por este volante surgido en la divisiones inferiores excede al hecho de si logra o no una vuelta olimpica.

El dueño de la camiseta número 11, se hizo cargo del equipo y a puro temperamento, ganas y amor propio apareció en el momento más duro del equipo para hacerse cargo de él y alcanzar el objetivo de regresarlo a la máxima categoría. Ya en ese momento, la historia con la gente comenzó a cambiar, en él se veia el amor por el club del que tantas veces se duda que exista. A fuerza de coraje y goles, antes de obtener el ascenso, ya había logrado ganarse las primeras ovaciones de parte de los diablos rojos.

Ya nuevamente en la Primera División, Mancu logró explotar como nunca antes. Goles, fútbol, liderazgo, refenrecia en el grupo y ejemplo a seguir para los más jovenes. Tan sólo bastaría observar los 10 goles que logró convertir en el torneo de transición para descubrir el nivel con el que este jugador disputó dicho cértamen. Generando a su vez, la posibilidad hasta las últimas fechas de que Independiente se consagrará campeón.

Pero la relación de Mancuello con el Rojo superó lo futbolístico y solo es comparable con lo producido por Gabriel Milito. Considerando a los últimos años, el hoy capitán del equipo demostró un amor puro y sin ambición ecónomica por la institución de Avellaneda. Formado desde las inferiores, con el mismo sentimiento que la gente, forzó hasta a su propio representante con tal de renovar su contrato con el club sin medir las posibilidades ecónomicas que se le podían presentar a futuro. 

Es por todo eso, por su fútbol, por su crecimiento, por su demostración de amor propio, su liderazgo para vestir y defender la camiseta del Rojo, pero principalmente por su amor indiscutible y real por el Club Atlético Independiente que ver a Federico Mancuello vestir la casaca roja signífica un beso a nuestor escudo tantas otras veces lastimado.

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