El Xeneize recibía en la calidez de la Bombonera a uno de los mejores equipos del torneo: Newell's Old Boys de Rosario, por el partido de ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores de América. Los locales habían vencido a Corinthians y lograron clasificarse a cuartos con la bandera de favorito en su espalda, debido a que en el banco estaba el multicampeón de la competencia, Carlos Bianchi, quien volvía al ruedo en una competencia internacional después de una larga siesta.

El elegante marco repleto de camisetas azules y amarillas hacía acongojar hasta al más valiente de los jugadores sobre el gramado. Como de costumbre el jugador número 12 se hacía presente aportando su cuota de juego desde las gradas.

Del lado de los rosarinos se encontraba un equipo con una identidad futbolística marcada a fuego. Con jugadores de buen pie el equipo comandado por Gerardo Martino se habría paso a quedarse con un triunfo que le facilite el asunto en la vuelta, donde tendrían a toda su gente con ellos.

El encuentro se desarrollaba de la manera menos pensada. Con Boca que proponía con más fuerza que buen juego, el Xeneize ponía varias veces en jaque a los aurirojos que se veían timoratos aquella noche. El palo le negaba el gol a Nicolás Blandi para los de La Ribera que veían como el tiempo pasaba y no podían abrir el marcador.

El partido finalizó 0 a 0 con sabor a poco para ambos equipos que debían esperar una semana para volver a verse, esta vez sí, para lo definitivo.

Ahora era Newell´s quien recibía, en el Marcelo Bielsa, al Xeneize y para no ser menos, sus simpatizantes inundaban las tribunas de su estadio y se reventaban la garganta con gritos cuasiguerreros que instigaban al miedo a los visitantes y envalentonaban a los propios.

La vuelta se desarrollo con una trama cercana a la del primer encuentro. Con un planteo un tanto más mesquino por parte de Carlos Bianchi privaban a los del Tata Martino volcar el juego que nos tenían acostumbrado.

Los minutos pasaron y con el marcador en tablas para ambos no quedaba más remedio que los tiros desde los once pasos. Ni cinco, ni diez: trece fueron los penales que pateó cada equipo. Para Boca Juniors sorpresivamente iba a errar Juán Román Riquelme en la primera rueda, aunque luego se tomaría revancha en la segunda. Marcos Cáceres y Maximiliano Urruti marraban para el local. En los píes de Matías Caruzzo estuvo la oportunidad de sellar la historia, pero malogró el penal y la serie se estiraba.

Horacio Orzán y Nahuel Zárate no lograban convertir sus penales y la seria seguía igualada. Pero ya en la segunda vuelta de penales (habían pateado los once de cada equipo) Juan Manuel Martínez malograba el suyo para alegría de los rosarinos y para tristeza de los de la Boca.

Newell's eliminaba al Xeneize y pasaba a semifinales de aquella histórica Copa Libertadores que meses después conseguiría levantar el Atlético Mineiro de Ronaldinho, equipo que superó a los Leprosos en aquella anteúltima instancia.

Aquel fue el último encuentro de Boca Juniors por Copa Libertadores y, trás la ausencia en la edición del 2014, volverá hoy al torneo que lo vio campeón en seis oportunidades.