Si pruebas faltaban de que el fútbol es resultadista, lo que pasó el jueves y sus posteriores repercusiones, evidenciaron esa afirmación. Luego de la derrota en el Monumental, fueron muchas las voces que salieron a hablar y que apuntaron a distintos lados.

En primer lugar, las lesiones de Cubas y Orión- aunque este último jugará- y la infiltración que tendrá que padecer Díaz, pintan un panorama por lo menos negro. Ahora la cuestión más importante pasa por las decisiones técnicas del Vasco para disputar un encuentro de la trascendencia de un Superclásico.

El enojo por la no participación de Osvaldo entre los once titulares, o por, si se quiere, su tardía incorporación al partido- ingresó pasados los 85 minutos de juego- es grande. Principalmente desde la dirigencia, molestó este hecho aunque estén más que conformes con su entrenador. Falló, es verdad, pero sus números en Boca asustan y su porcentaje de efectividad es envidiable.

Pero eso no es todo. Apenas finalizado el match, Osvaldo entró al vestuario enfurecido e inclusive golpeando las paredes. Después diría que su reacción fue producto de la derrota y no de su poca participación.

Palabras más, palabras menos, primero viene Independiente, partido que parece olvidado para todos y luego sí, el jueves, Arruabarrena tendrá que tirar toda la carne al asador para dar vuelta una serie que es delicada.