En los calendarios chilenos del 2012, había una fecha que resaltaba en el mes de Octubre: el día 16. Aquella jornada, la Roja volvía a recibir a la Selección Albiceleste.

El clásico trasandino, como lo llaman los medios en Chile, es uno de los partidos más importantes para la población del mencionado país. Por eso, los jugadores argentinos siempre sienten el rigor de la gente en sus visitas a esas tierras.

Aquel partido fue el último que disputaron chilenos y argentinos por eliminatorias: los dirigidos por Alejando Sabella volvieron con los tres puntos en la valija.

Ese encuentro representaba el comienzo de la segunda rueda de las Eliminatorias sudamericanas para Brasil 2014. Argentina llegaba como líder, mientras que Chile no estaba en su mejor momento. Claudio Borghi, por ese entonces seleccionador chileno, estaba envuelto en críticas y rumores sobre un posible alejamiento.

Durante el transcurso del juego, pareció que la historia era al revés: La Roja propuso en todo momento y disputó el mejor partido de la era del Bichi al frente del seleccionado. Mientras que el equipo de Sabella, sólo atinó a aguantar: a los desequilibrios en defensa se sumó la falta de ideas en ataque, para generar una continua sensación de inseguridad en el público argentino.

Los primeros 25 minutos fueron un monólogo: tanto Isla como Beausejour se hacían un banquete por las bandas,mientras que Sánchez y Mark González lastimaban cada vez que tocaban la pelota. La mala definición, la falta de suerte y las grandes atajadas de Romero salvaron el arco argentino en reiteradas oportunidades.

Sin embargo, cuando todos en el Estadio Nacional esperaban por el gol de Chile, el tanto llegó para el lado Albiceleste. Una genialidad de Lionel Messi rompió el cero: tras un gran pase de Gago, el astro del fútbol quedó mano a mano con Miguel Pinto, guardameta chileno; pero tardó en definir y la defensa de La Roja logró pasar la línea de la pelota. El rosarino ‘esperó’ a Gonzalo Jara, y con una pisada de baby fútbol casi le rompe la cintura al central trasandino. Luego, definió con serenidad para el delirio argentino.

Con Chile todavía groggy por el inesperado gol en contra, Argentina aprovechó y estiró la ventaja. Tan sólo tres minutos después, Gonzalo Higuaín realizó una excelente maniobra personal y con un exquisito zurdazo puso la pelota en el ángulo derecho del arco defendido por Pinto.

Ya con el “injusto” resultado en el marcador, los dirigidos por Borghi perdieron los estribos y se dedicaron a pegar. Tan así fue que el Pipa debió abandonar la cancha luego de recibir dos patadas.

La segunda parte del partido se tornó de ida y vuelta: Argentina pudo haberlo liquidado, mientras que La Roja también tuvo lo suyo para descontar. Finalmente, el gol del honor llegó en el adicional: Felipe Gutiérrez la cruzó y despertó un hilo de esperanza, que el poco tiempo restante se encargó de sepultar.

Aquella noche, el equipo de Alejandro Sabella demostró que con poco, podía hacer mucho daño en ataque. Esa fue una de las principales virtudes en el ciclo del ex Estudiantes al mando de la Albiceleste.

Claudio Borghi recordará ese encuentro como el último que dirigió por Eliminatorias. Pocos meses después, cayó en un amistoso ante Serbia y fue destituido de su cargo.

El resumen del partido

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Sobre el autor
Juan Ignacio Botta
Comunicación Social en UBA. Un 0-0 es como un domingo sin sol