Durante 2014 y hasta la mitad de 2015, las estadísticas estaban del lado de River. Efectividad notable en el Monumental, invicto histórico, goleadas memorables, capacidad goleadora espectacular, impermeabilidad defensiva, entre otros, que lógicamente se han traducido en títulos, locales e internacionales, sobre todo.

La última vuelta olímpica fue en Japón, a mediados de agosto, tras golear 3-0 a Gamba Osaka por la Suruga Bank, días después de levantar la Copa Libertadores. Desde entonces, hubo un quiebre, explicado por la ida de los pilares multicampeones y la llegada de jugadores que no justifican aún su arribo al campeón de América.

Los refuerzos que llegaron, salvo Alario, no logran adaptarse y no rinden.

Todo comenzó en el partido contra San Martín de San Juan, en el Monumental. River, si ganaba, se ponía a tiro de la punta del torneo 2015, el cual también peleaba. Pero perdió 1-0, y fue el inicio del precipicio: desde entonces y hasta la derrota de ayer en Paraná, River disputó 21 partidos en el ámbito local, con cinco victorias, seis empates y diez derrotas. 21 puntos de 63 posibles. Sólo el 33,33% de efectividad. Un tercio de los puntos. Una campaña  paupérrima, porque los números lo dicen todo, mencionando que el torneo cosecha 9 unidades de 27 en juego.

Las únicas alegrías en ése lapso fueron cinco triunfos, tres de visitante el año pasado: 4-1 a Nueva Chicago, 1-0 a Crucero del Norte y 1-0 a Vélez (el Torito y el Colectivero descendieron, y el Fortín salió en el puesto 27 de 30 equipos), más los dos triunfos en el Monumental de éste campeonato; 5-1 a Quilmes y 1-0 a Independiente

River se está acostumbrando a perder.

Sumando la Copa Libertadores, hace seis partidos que River no gana (siete sumando el amistoso contra Peñarol) y no levanta el nivel, a pesar que vienen jugando los titulares.

Otro detalle de suma importancia: se perdió la fortaleza en el Monumental. Con decir que en los últimos diez encuentros en Núñez por competiciones locales, fueron dos triunfos (los mencionados ante el Cervecero y el Rojo), cuatro empates (Huracán, Lanús, Aldosivi y Banfield; todos 1-1) y cuatro derrotas (San Martín SJ, Boca, Newell"s y Godoy Cruz). En casa, sólo 10 puntos de 30 posibles.

Si bien siempre fueron prioridad los certámenes coperos, tras ganar cuatro en hilera (Sudamericana 2015, Mundial de Clubes 2015 y ahora, la Libertadores 2016, con grandes chances de pasar a octavos de final), la realidad es que el Millonario no puede descuidar tanto el torneo local, justamente por el tema Copas: a la Libertadores 2017 clasificarán el primero y el segundo de cada zona, y River ya quedó lejísimo (9 puntos en la Zona 1, en el puesto 11), por lo que para ir a al certamen copero del año que viene tiene que ganar la Copa Argentina o volver a ganar la Libertadores. Poquísimo margen.

River está sólo 4 puntos arriba del último, Sarmiento, rival de la fecha siguiente.

River no despega y sigue perdiendo partidos. Gallardo cambia sistemas y llevó a Paraná a lo mejor, salvo el arquero, y el equipo sigue sin responder. Está la Copa Libertadores como estímulo, pero la gran diferencia con respecto al año pasado es que los jugadores que son titulares están en muy bajo nivel, y los suplentes no ofrecen soluciones tampoco.

Se perdió la identidad de juego, la defensa (la misma que ganó el Final 2014) sigue regalando espacios, los resultados apremian y refleja la triste realidad de La Banda. La imagen del River ganador ya no es más que cenizas, y el Muñeco no le encuentra la vuelta. ¿Resistirá hasta mitad de año, cuando se rearme el equipo de forma íntegra? ¿La Libertadores seguirá dándole crédito? ¿No se cansará de las críticas partido a partido? Preguntas que en breve se responderán.

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