Juan Gerónimo Colombo fue un ex combatiente de Malvinas que jugó en el "Pincha" entre los años 1981 y 1985 dio una charla a los alumnos del primario y del bachillerato de adultos y contó la gran historia que tuvo y como Carlos Salvador Bilardo, Estudiantes y el fútbol le salvaron la vida.

“Hablé en muchos colegios, dí discursos, estuve en actos oficiales de Malvinas, en mi ciudad Roque Pérez, en Saladillo, pero esto para mí no tenía comparación con nada, tener a todos estos "Pinchas" sentados enfrente fue volver a mi lugar, a mi casa". En referencia a su ciudad, el es uno de los actuales entrenadores del Club Atlético Róque Pérez. 

Colombo expresó: “La charla tuvo mucho de fútbol. Volví a casa, Estudiantes es mi hogar, y hablarle a los pibes de las inferiores sobre Malvinas, me encantó. Hoy sentí caricias y mimos que son imborrables. Emociona llevarme una camiseta del club. No me quedé con muchas camisetas de Estudiantes y la que más guardé fue la número 23 que me tocó en la Copa Libertadores del 83, que me la guardé. Pero hace poco la regalé esa camiseta y ahora tengo una, ya estar acá es algo inexplicable, no tiene precio”. 

En ésta charla, el ex delantero izquierdo del "León" contó como Estudiantes y Bilardo le salvaron la vida: "Me parece que fue ayer. Los recuerdos sigus y fundamentalmente el recuerdo de todos los que murieron en Malvinas. En mi caso no hay bronca, sino dolor por todos los que murieron. Soy clase 1962 y había hecho la CoLimBa en 1981. Ya estaba de baja y entrenando en la Tercera de Estudiantes, con el Negro Antonio, que me había dicho que Carlos (Bilardo) me quería llevar a entrenar con la Primera. Me acuerdo que jugamos el 8 de abril un amistoso contra la selección de Brandsen, de preliminar de la Primera. Ganamos 5-2 y como era Semana Santa nos dieron unos días libres. Me fui a mi casa en Buenos Aires y escuché en la radio que todos los que habían realizado el Servicio Militar debían presentarse. Pensé en mis compañeros y fui. Lo hice el lunes 9 de abril, pero no figuraba en la lista. De madrugada nos llevaron a la base de El Palomar y, sin decirnos nada, nos subieron a unos aviones militares. En el camino nos dijeron que íbamos a Río Gallegos. A los dos días ya estaba en Malvinas junto a todos mis compañeros del Regimiento 7. El frío no lo sufrí tanto como otros. Lo de la comida fue un brusco cambio, de mayor a menor. Y las mudas de ropa que teníamos eran dos. En los últimos días empezó a nevar, pero ya nos volvíamos. La Guerra me cortó la mejor parte de mi carrera. Volví con 14 kilos menos y en el afán de recuperarlos rápidamente me agarré hepatitis, que me dejó dos meses en cama y un mes en rehabilitación. Recién pude entrenarme en diciembre de 1982. Me quedaba un mes para firmar contrato o no. Los dirigentes hicieron un pedido especial a la AFA para que los dejaran evaluarme física y futbolísticamente seis meses más. Les dijeron que no. Recién en ese momento me di cuenta lo difícil que iba a ser la post Guerra. ¡No me había ido de vacaciones, estuve en la Guerra y la AFA no me dio ni seis meses!" exclamó el ex combatiente. 

Por último, añadió: "En la última práctica antes de la decisión jugué para los suplentes y Claudio Gugnali me dijo que había jugado muy bien. Fue la primera señal. Al día siguiente, entre Carlos Bilardo y el Dr. Caffé decidieron hacerme el primer contrato. Empecé una nueva vida. Por eso siempre digo que Estudiantes, Bilardo y el fútbol me salvaron la vida. Si en ese momento no firmaba contrato, creo que no estaría ahora hablando con vos. Hubo mucho abandono. El Estado no se hizo cargo de nosotros. En total debo haber jugado 10 partidos de titular y suplente. Y también jugué un torneo que se televisaba, el Esperanza ‘84. Pero para mí el paso por Estudiantes fue como haber dado la vuelta en Old Trafford con Zubeldía. Mirá que soy hincha de San Lorenzo y hasta tengo un programa de radio, pero Estudiantes me puede, lo quiero muchísimo. Este club también es mi casa, es demasiado especial. Cuando salió campeón de América salí con mis amigos de Roque Pérez a tocar bocina como un hincha más. Me pasó de todo. En mi tercer partido contra Unión me desgarré. Después volví y en el último partido del campeonato contra Chicago sufrí otra lesión en un ligamento. La Guerra me pasó factura. Y para colmo a finales del ‘84 en un partido contra Instituto caigo mal y me rompo toda la rodilla. Tardé 10 meses en volver, ya estaba Ramos Delgado y los dirigentes tuvieron otro gesto noble: me dieron el pase pero si no conseguía club podía volver. No pasa en ningún lado eso."