Quizá el peor puesto a cubrir según la definición que realizó Eduardo Galeano, que lo define como: “También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. Es uno solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Antes vestía de negro...”. Pero en Vélez no está de negro, sino más bien con un azul, aquel azul que ha convertido a Gonzalo Yordan en el arquero número 69 en la era profesional.

Si bien es el puesto más ingrato, y a Yordan le tocó debutar luego de la lesión de uno de su compañero de puesto (Alan Aguerre), respondió de buena manera en los escasos minutos que estuvo en cancha e incluso cerro su arco cuando Banfield se venía encima para abrir el marcador. Entró a los 70’ y cada intervención que realizó la ejecutaba como un experimentado.

Al ser consultado el protagonista por la presentación que tuvo en Primera División, afirmó: “La sensación es que estuve muy tranquilo. Contento por el debut, pero no tanto porque fue por la desgracia de un compañero. Uno se entrena para estar preparado cuando le toque jugar. Por suerte pude responder bien. Christian siempre me habla en la semana y me da confianza. Mismo Nasuti, Somoza o Giannetti, me hablaron mucho”.

La última vez que tres arqueros diferentes jugaron en un torneo regular en Vélez ocurrió en el Apertura del 2003, en aquella oportunidad Sessa, Blázquez y Peratta defendieron el arco Velezano.

Es una nueva etapa, y habrá de aguardar a la recuperación de Aguerre, pero sin duda un futuro dichoso le espera a este arquero de 22 años que se quiere hacer un lugar en el equipo de primera.