De cara a la definición del torneo y una posible consagración de Lanús, homenajeamos a un jugador que conoce la gloria con la camiseta granate. Armando La Urraca González es uno de los más grandes ídolos de la historia Granate. Por su imponente presencia dentro y fuera de la cancha, por su gran porte con la pelota, y sobre todo por su amor por la camiseta, la Urraca está dentro del corazón de todos los hinchas de Lanús.

Debutó en 1988, año en el que a Lanús se le escapa el ascenso a primera en la última fecha, frente a Chaco For Ever. En su primer torneo como jugador profesional demostró todas sus cualidades y ya prometía tener un futuro muy trascendente. La historia habló, y La Urraca no traicionó. González fue ese zurdito que jugaba en la banda izquierda, una muralla defensiva y desequilibrante cuando le tocaba pasar al ataque, algo que tanto le gustaba hacer. Poco a poco se convirtió en una pieza fundamental en el club de zona sur.

Muy querido por los hinchas por ser uno de ellos, por su humildad por romper las barreras entre jugador e hincha. Cada vez que no formaba parte del plantel se unía a los canticos y gritos desde las tribunas. Dejaba todo por la camiseta que supo amar y respetar, con su tan caracterizada garra y valentía tuvo que pelearle el puesto al Negro Enrique en 1990. La Urraca se quedó con la titularidad y poco después con la capitanía del equipo.

Fue un pilar del plantel que consiguió el ascenso definitivo a primera en 1992, junto con Gilmar Villagrán y Gabriel Schurrer como grandes referentes. Sacaba los partidos adelante con su actitud y su incansable pasión. Un jugador fuera de serie, un verdadero líder. Para terminar de consagrarse como héroe, fue una pieza fundamental en el equipo campeón de la Copa Conmebol en 1996, el primer título internacional de Lanús. Armando La Urraca González se ganó con gran valor el título de Ídolo Granate.

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Maximiliano Le Rose
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