Parece un mal resultado porque nadie conocía de la existencia de Chapecoense hasta el año pasado donde se enfrentó a River en la Copa Sudamericana y porque el Rojo tuvo algunas chances como para irse con un triunfo, pero en este formato de copa el 0 a 0 no es una mala noticia para el local. Independiente debe ir a Brasil la semana que viene con dos/tres resultados a favor: si gana, pasa (cualquiera sea la diferencia); si empata con goles, también clasifica y si vuelve a empatar 0 a 0 deberá definir por penales. Es decir, el Rojo tiene sólo un resultado en contra, si pierde se irá a casa, pero en la Era Milito Independiente sólo ha caído una vez.

Obviamente que si comparamos la historia de uno con la del otro, el resultado debió haber sido 87 a 0, pero Chapecoense planteó un partido al que el Independiente Milito no se había enfrentado aún, un equipo completamente metido atrás que resignó de la posesión de la pelota los 90 minutos del partido, con la líneas muy juntas, que no presionaba y que su única carta en ataque era el pelotazo al 9 o al pique de uno de los volantes por afuera. Independiente nunca pudo derribar ese muro de camisetas blancas que bloqueaban el arco del equipo brasileño, y cuando encontró un hueco para hacerlo no le pudo sacar provecho.

El partido en Brasil distará del jugado en el Libertadores de América, pero no radicalmente. Chapecoense no dejará de jugar de contra porque se sabe inferior y que Independiente puede descuidarse en el fondo (sobre todo por las bandas), pero si, no resignará del ataque por completo como lo hizo en la ida. Uno supone que el Verdao buscará aprovechar un poco más los espacios descubiertos por los laterales de Independiente y se animará a ir a buscar el partido un poco más arriba con algún delantero más, quizás.

El desafío de Independiente será no entrar en la monotonía de los pases cortos y sin sentido en la mitad de la cancha, evitar el estatismo que se vio por momentos del primer tiempo y saber aprovechar las oportunidades que tenga; en partidos así de cerrados todo suele resolverse en una jugada, un corner, un rebote, un remate de media distancia, el oportunismo del 9. El Rojo no lo supo hacer, pero debe mejorar para que el miércoles no se vuelvan a repetir estos mismos errores.