Sin dudas no es el mejor arranque. El Torneo de Primera División recibió a Talleres con honores pero el triunfo se hace desear. El empate ante Racing, en Avellaneda, era un buen inicio pero las posteriores derrotas (contra River y Colón) hicieron que la preocupación empiece a rondar por barrio Jardín.

Y Talleres todavía tendrá que esperar y no desesperar por esa victoria que se le viene negando. Ante Banfield, un rival al que nunca pudo vencer, mostró una mejoría desde lo futbolístico, tanto en lo colectivo como en el funcionamiento del equipo, pero le faltó algo importante para que la tarde sea redonda: el gol.

Siesta en el Kempes

El equipo de Kudelka tomó la iniciativa y fue el que buscó e intentó siempre. En el inicio del partido, Muñoz generó la primera situación de gol pero Navarro voló para sacar la pelota al córner.

Este inicio apabullante duró poco y, con el correr de los minutos, se fue diluyendo hasta terminar en un bostezo tan grande como el estadio mundialista. Talleres no pudo sostener esa productividad, fundamentalmente en la mitad de cancha con Guiñazú y Gil, y le costó progresar en ataque. Por momentos, Araujo y Palacios estuvieron inconexos y cada acción tenía un buen comienzo pero un mal final, chocando con la defensa visitante o terminando en un centro aislado.

Banfield aguantó con orden y solidez y en la segunda mitad de la primera etapa se adueñó de la pelota. Cuando se juntaban Erviti, Bertolo y Sperduti generaban juego y aparecían los espacios que, sin embargo, no pudo aprovechar. Silva estuvo lejos de esta conexión y lo suyo terminó siendo solamente una amenaza. Algunas aproximaciones de pelota parada y no mucho más para los dirigidos por Falcioni.

Antes del descanso, Talleres generó la segunda ocasión de peligro por intermedio de Araujo, que recibió de Guiñazú, pero Navarro empezaba a ser figura.

La ausencia del gol, la injusticia

En el complemento se vio otro partido. Desde el mismo arranque, cada equipo contó con una llegada: por el lado de Talleres, Navarro interceptó un centro con destino de gol de Araujo; por el de Banfield, Herrera contuvo un cabezazo de Silva.

De a poco el Albiazul empezó a ganar en posesión y en terreno. Guiñazú recuperaba, Burgos iba por todas y Gil era el conductor. Con ellos, hubo más claridad en el juego y fue metiendo a Banfield contra su terreno para empezar a merecer la apertura del marcador.

A los 18’ fue la más clara del partido: centro de Gil que peinó Burgos y se desató una serie de rebotes que terminó ganando Navarro, tapando increíblemente lo que parecía el gol de Talleres.

Con insistencia y algo de juego, el local manejaba largamente el partido ante un rival que revoleaba la pelota cada vez que la tenía y que esperaba algún error para llevar peligro al arco de enfrente.

A esta altura, el cotejo se desarrollaba casi con totalidad en campo del equipo visitante. Con Giménez en cancha, el Albiazul encontró otro conductor y mostró su mejor cara. El ex Chicago, a los 33’, sacó un remate que tapó Navarro y, en el rebote, Matheu tapó en la línea el disparo de Strahman (ingresó por Muñoz) que había rematado al arco vacío.

Talleres buscó por todos lados pero no pudo abrir el marcador. Tanto por el medio como por los costados, y con algunas pelotas paradas, llegó al área de Navarro, la figura del partido, pero le faltó efectividad.

Banfield, por su lado, se fue aferrando cada vez más a un punto que cotizaba en bolsa y defendió muy bien el empate. Careció de peso en el ataque y por eso contó con una sola chance de gol. Sobre el epílogo del partido, tanto los volantes ofensivos como Silva estuvieron más aplicados en la marca que en generar algo en el arco defendido por Herrera.

Claramente el equipo de Kudelka mereció la victoria. No sólo por lo producido en el arco rival sino porque lo superó en gran parte del encuentro al Taladro. Pero la pelota se negó a entrar y esa fue la injusticia de la tarde en el Kempes. Y Talleres la sigue sufriendo.

Lo que viene

En la próxima fecha, Talleres visitará a Aldosivi en Mar del Plata el sábado. El objetivo es claro: volver a ganar. No sólo para sumar y alejarse del promedio, sino para cortar una sequía de 6 partidos sin victorias: desde el ascenso ante All Boys, pasaron 6 encuentros con 4 empates (Brown de Adrogué, Chacarita, Racing y Banfield) y 2 derrotas (River y Colón).

Además, desde la primera fecha que no marca un gol y es imperiosa la necesidad de plasmar en el marcador lo hecho en el campo. Jugando así lo conseguirá más temprano que tarde, pero todo se hace más difícil si no se logra anotar.

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