Pasaron tan solo dos meses y quince días de la última gran alegría de Lanús. El quinto título en la historia del Granate parece ya un hecho del pasado, el lujoso juego del plantel que venció por 4 a 0 a San Lorenzo en la final en la cancha de River parece olvidado. Jorge Almirón cayó en un poso, del cual le cuesta cada vez más salir.

¿Qué pasa con Lanús? Es la pregunta que muchos simpatizantes del equipo, y los amantes del buen fútbol, se preguntan. La idea se mantiene, el estilo de juego es el mismo planteado desde el principio de año, pero como todo lo bueno, tiene un fin. Lo deseado no sale en Arias y Guidi, tampoco en Avellaneda y Mar del Plata. Lanús sigue intentando mostrar su buen juego, con mucha circulación de la redonda, con pases inesperados de Román Martínez entre líneas, y los peligrosos desbordes por las bandas de Lautaro Acosta, Miguel Almirón y Jose Luis Gómez. Sin embargo, un problema fundamental deja sin sueño al entrenador del último campeón del fútbol argentino.

La falta de goles, un problema al que parecía no encontrar solución. El mandamás ya intentó con muchas variantes, con Mike al ataque, con los refuerzos Ciro Rius y Marcelino Moreno, y hasta con el cambio más polémico, Brian Montenegro remplazando a José Sand, pero los goles no llegaron. Fue hasta el miércoles frente a Boca, donde Lanús fue superior y esos 90 minutos hicieron recordar al Granate que ganó la mayoría de los partidos jugadores en el útlimo torneo, aunque todo quedó opacado con la eliminación por penales. La polémica se reavivo con la sustición de José Sand a poco para el final, presumiendo una definición desde los 12 pasos.

Sin Copa Sudamericana, sin Copa Argentina, al Grana solo le queda el torneo local, donde lleva tres partidos seguidos sin victorias y sin goles. Almirón tiene un gran desafio por delante, deberá demostrar que el torneo ganado por Lanús no fue un espejismo, que pese a la partida de jugadores como Gustavo gómez y Victor Ayala, el equipo sigue consolidado. Deberá demostrar, una vez más, que Lanús ya no juega más en el patio con los chicos, que es un equipo que se sienta a comer en la mesa de los grandes.