"Ya sabemos lo que tenemos que hacer, si queremos salir campeones tenemos que ganar este partido", fueron las palabras de aliento que dio el ídolo y capitán Juan Sebastián Verón antes de salir a disputar el clásico número 140 el 15 de octubre del año 2006.

En el día de la madre, el equipo dirigido por Pablo Simeone se lució ante su eterno rival y sin transpirar demasiado la camiseta, dejó en ridículo al equipo de Pedro Troglio.

Si algo faltaba para dejar en claro la paternidad, era que pase esto. La superioridad que tenía el León sobre el Lobo era abismal. En el primer tiempo, Diego Galván abrió la cuenta, el segundo fue de José Luís Calderón y el tercero de Mariano Pavone.

En el segundo tiempo, el Pincha seguía siendo el único equipo que jugaba, Mariano Andujar miraba desde el arco sin tener que preocuparse, mientras que con el pobre arquero Juan Carlos Olave jugaban al "tiro al pichón". A los 50 minutos llegó el gol de la Pantera Galván y los hinchas del Lobo comenzaron a provocar incidentes. Mientras que a los 72 minutos llegó un nuevo grito de gol, Calderón marcaba el quinto, y a los 76 minutos el recién ingresado, Pablo Lugüercio, anotaba el sexto.

Los triperos continuaban con los incidentes y el partido quedó detenido por unos minutos: los que no abandonan nunca le pedían a Héctor Baldassi que de por finalizado el cotejo, quien lo reanudó sin darle importancia al llanto de la temible "banda de fierro".

En la tribuna del Pincha se escuchaba bien clarito "uno más y no jodemos más" y después de 23 toques, estalló la garganta del relator gritando apasionadamente "es el séptimo, es el séptimo, es el séptimo, es el séptimo, es de Caldera, es gol, goooooooooooooooooooooooooooooooooooool".

Pasan los años y el hincha de Estudiantes tendrá grabado en la memoria que, aquella tarde de domingo en el estadio Ciudad de La Plata reinaba la pasión de los herederos de la mística en el humillante 7a0.