Patronato anoche se llevó un triunfo más que merecido, argumentado por un gran segundo tiempo que tapó el mal primer tiempo, más que nada los primeros minutos que fueron fatales para el Rojinegro y acá en VAVEL ponemos en foco las claves del encuentro.

El partido para empezar tuvo dos caras en ambos equipos, primeramente un equipo local que empezó el partido dormido y con River decidido a llevarse el partido desde el comienzo, lo que llevó a tener dos chances de gol para Sebastián Driussi en tan sólo seis minutos, la cual la segunda oportunidad mandó el balón a la red y esa conquista hizo crecer aún más al equipo de Marcelo Gallardo mientras que el Santo se preocupaba por defender cada ofensiva pero en el final se visualizó a un Patronato más aguerrido en mediocampo, donde le quitó protagonismo a los dos volantes centrales del Millonario. En los minutos finales tuvo otra chance clarita por lo que se puede decir que dejó preocupado a Gallardo y aliviado a Forestello.

En el segundo tiempo hubo un cambio de imagen pero no para un sólo equipo, sino para ambos, debido a que se invirtieron los papeles y el que fue en busca del gol fue el Patrón y River parecía desaparecido, sin ideas y opacado ante el batallador conjunto entrerriano. La victoria empezó a justificarse en el momento en el cual tempranamente a los 10 minutos llegó la igualdad de Gabriel Vargas que conectó un cabezazo ante una defensa, que como en todos los partidos, se la vio partida y con muchos horrores defensivos.

A medida que pasaban los minutos, Patronato crecía en volumen de juego y tenía las chances más claras y se acercaba al gol, gol que llegó por una polémica jugada donde el fútbol se vio opacada por la mala intención del volante de Damián Lemos, que apuró a un mediocampista de River y eso llevó a que eso generara una distracción y que en un desborde de Lautaro Comas, llegue nuevamente un jugador del elenco de Paraná en soledad, en este caso Lucas Márquez, quien desvió la trayectoria y validó la victoria Rojinegra.

Patronato trabajó y ganó un partido chivo, donde estaba en duda el puesto del entrenador y gracias a una gran actuación con una sólida defensa pese a un mal arranque y gracias a una defensa que salió en la segunda etapa y se devoró a un River atípico, que no tenía convicción y con unos delanteros que generaba peligro con cada aproximación al arco rival.