Existen ocasiones en donde una derrota por 2-0 puede significar un desarrollo cómodo para el equipo que salió victorioso. San Martín de San Juan se queda con los tres puntos, tal vez, exageradamente. Pero en el momento de analizar al cuadro visitante, se puede explicar porqué ni siquiera llegó a marcar.

Si se tapase el resultado y solo se viera el juego, se podría decir que es tan sólo un 0-0 más. Pero con dos desatenciones, una con polémica, el local ya se adelantaba en el marcador. Porque a Vélez le costaba dar el último paso al arco visitante y generar una idea de juego, y ésta diferencia ya significaba un golpe demoledor en la moral de los jugadores. 

Por ello, el segundo tiempo fue lo más destacado del equipo. Porque a pesar de la adversidad, se corrió más, se movió la pelota de mitad de cancha para adelante, y los extremos llegaron a dañar.

Sin embargo, todo eso se aboslvió frente al orden del Verdinegro. Las sustituciones dieron más impulso al ataque, insistiendo por los costados y varias veces finalizando en buenos centros que no fueron aprovechados. La defensa velezana, que venía cumpliendo una pésima actuación, no sufrió debido a esta presión. Todo esto no fue concretado en la primera parte, y por eso, la intención de buscar el resultado fue lo único que se lleva el Fortín a su casa.

No hubo jugadores que destacar, ni sectores de la cancha, ni ideas, ni siquiera pequeñas sociedades. El problema es grupal. Ya lo destacó el técnico Omar De Felippe: "Ante la primer cosa que sale mal, no tenemos la fortaleza para salir".