"Los clásicos hay que ganarlos" es la típica expresión en la previa de cada River-Boca, ya que ambos equipos dan todo para ganar. En ese todo podemos incluir el juego brusco, lo friccionado que se vuelven estos partidos en los cuales siempre una patada de más o un encontronazo entre los jugadores suele haber, y en Mar del Plata no fue la excepción.

El partido arrancó con todo: en cinco minutos ya se habían producido dos faltas de cada lado y ya un jugadores había visto la tarjeta amarilla (Pablo Pérez dio la nota nuevamente) y también al poco tiempo se cobró el superclásico su primera víctima de las patadas: Una entrada dura del colombiano Sebastián Pérez al juvenil Luis Olivera lo marginó de lo que restaba del encuentro a sólo 15 minutos de haber comenzado el mismo.

Con lágrimas en los ojos, se retiró del campo de juego asistido por los médicos del plantel. Marcelo Gallardo tuvo que improvisar nuevamente con lo que tenia a mano en el banco de suplentes y optó por el zaguero Gonzalo Montiel, que disputó tan sólo cinco partidos con La Banda en primera, e hizo un aceptable debut en este clásico en una posición que no era la suya.

Con los 90 minutos ya consumados, se conoció el parte oficial y el DT como los hinchas respiraron profundo: El defensor de 18 años solamente sufrió un golpe en la tibia izquierda. De esta manera, podrá estar presente ante Lanús el próximo sábado en la Supercopa Argentina y el Muñeco no tendrá que improvisar con otro jugador en el lateral izquierdo, ya que Milton Casco aún no está al 100 por ciento.