Cuando por allá en el 2016 se rumoreaba por los pasillos en la Bodega varios nombres para hacerse cargo del equipo, apareció un desconocido para muchos. Se trata de Sebastián Méndez, quien llegó con perfil bajo a Mendoza. Su objetivo era pelear el campeonato hasta las últimas fechas y quedar en la historia grande del club, algunos no sabían cómo jugaban sus conjuntos -se caracterizaba por presión y buena circulación de balón-.

El objetivo era salir campeón en aquella buena campaña del Tomba. Estuvo a un paso de jugar la final ante Lanús. Perdió la chance en el clásico cuyano ante San Martín de San Juan fuera de casa. Encontró tener solidez en todas sus líneas e hizo crecer algunos jugadores, casos Ortíz, Rey, Zuqui y Ayoví; entre otros.

Ya no tenían ninguna posibilidad de coronarse y la segunda intención era entrar nada menos que a la Copa Libertadores de América, lo logró de gran manera luego de las caídas de Belgrano, Independiente y Banfield. Accedió a la fase de grupos de dicha competición. El segundo semestre del 2016 dirigió a la escuadra mendocina en una campaña regular del Expreso. Luego, decidió dar un golpe al anunciar su paso al costado cuando ya estaba diagramando el modelo del Tomba en el 2017.

Llegó con perfil bajo a Mendoza con la intención de dejar su huella en la ciudad y no defraudó, la parcialidad del bodeguero tiene un gran recuerdo del técnico y hoy parecen extrañarlo en el banco de suplentes. Tuvo una buena efectividad en Godoy Cruz: logró 58,33% en 32 partidos dirigidos, ganó 17, empató en cinco encuentros y perdió en diez ocasiones.

El último partido al frente del Expreso fue derrota por 3-0 ante Gimnasia de La Plata en Mendoza. En ese encuentro se fue con los ojos llorosos y se lo mostró emocionado ante la ovación de los hinchas.